María T.

A veces lo simple es lo más bonito. No importa el grado de belleza que pueda tener para ti, sino el sentimiento que te provoque cuando lo mires. En el salón había una mesa con seis sillas.

Cinco las ocupábamos en mi familia y una, mi abuelo. Junto a mi abuelo, un hueco se dejaba para que entrara la silla de mi abuela. Y en el centro, un marco con la fotografía de mi abuelo de joven. Solo hace falta mirar para comprobar lo especial que es para mí, y para todos los que han pasado por ella.

Desconexión, tranquilidad, el sonido de los pájaros cantando, alegría, calidez y el cariño de la familia. Es el recuerdo de momentos juntos, comidas compartidas, tardes de frío y risas, abrazos, cumpleaños…todo momentos inigualables. También, de sentimientos contrastados, nostalgia del pasado, pero felicidad de lo vivido…

Así, es Riaza, así era la casa de mis abuelos.

Esto es patrimonio para mí. Un rincón con una parte de mi vida. Un rincón simple, pero de lo más bonito.