Andrea
A los ojos de una persona que nunca ha tenido la oportunidad de tener esto en sus años de niñez, solo verá una especie de alfombra hecha con espuma y forrada con una sábana vieja. Pero déjame explicarte lo que es.
Es la balsa en la que naufragué una tarde entera hasta llegar a la isla de los valientes.
Es mi capa de la invisibilidad.
Es la arena del circo donde hice las acrobacias más maravillosas y la jaula donde domé a los leones más salvajes del mundo.
Es el mejor disfraz.
Es la mesa de operaciones donde salvé la vida a Campanilla y es el barco donde derroté al Capitán Garfio.
Es la grada para ver los teatros de mi hermana.
Es el escenario donde se bailaron y cantaron todas las canciones de High School Musical.
Es la piscina privada de mis barbies, la playa donde tomé el sol en invierno y el océano donde buceé kilómetros hasta encontrar los mejores tesoros.
Es el coche con el que me fui de vacaciones con todos mis muñecos y es el avión que piloté para conocer las maravillas de África.
Es mi tabla de surf y el vagón de la mejor montaña rusa que hay en mis escaleras.
Es el lugar donde hice mis últimos deberes de Primaria.
Es el mejor sitio para ver películas y comer pizza con tus hermanas.
Y es el mundo más tranquilo que podrás encontrar para leer libros.
Es mi patrimonio. Este objeto tiene valor para mí porque me recuerda a una parte de todas las historias y aventuras que imaginé con mis hermanas en la infancia. La capacidad de los niños de dar vida y ver mundos en algo tan simple como un cacho de espuma forrado.