Andrés
Mi patrimonio es el piano de mi mamá pues es aquel instrumento que me conecta con las mujeres más importantes de mi vida. El piano fue regalado a mi mamá hace unos 60 años por el padre de mi abuela. Aunque ella era ya violinista, aprendió a sus 15 años a tocar Para Elisa y otras composiciones de los grandes clásicos.
Luego mis hermanas aprendieron a tocar ese piano y lo utilizaron hasta que se casaron y se fueron del país. Yo inicié un poco después que ellas en el mismo taller musical y estudié hasta los 12 años cuando lo abandoné. . . por un tiempo.
Entonces sentí el llamado de Beethoven, tenía ya 28 años, estaba soltero y sin compromiso, pero me propuse que quería tocar el Claro de Luna el día de mi boda. Entonces, después de 2 años de práctica apareció mi esposa en mi vida y todo tomó sentido otra vez. El piano, que había sido usado por mi madre y mis hermanas ahora servía como instrumento para transmitir por primera vez toda la fuerza de la pasión de la composición más romántica jamás escrita a mi esposa.
El piano ahora reposa en mi apartamento y me conecta, a través de la música de Beethoven, con las muejeres más importantes de mi vida. Llevo 20 años tocándolo desde que lo retomé.