Toallas de ganchillo

Uno de mis patrimonios personales más valiosos son estas toallas que me regalo mi abuela (por parte de padre) para mi cumpleaños. Al ver las toallas en sí parece que no tiene ningún valor especial, pero ella fue quien realizó los bordes de la toalla a través del ganchillo. Tengo una grandísimo aprecio a estas toallas porque cuando mi abuela me entregó este regalo, yo era pequeña y tendría unos 11 u 12 años, y es una de las conversaciones con ella, que más recuerdo y que más me marcaron en mi infancia, ya que estas toallas eran un regalo para mi cumpleaños, pero mi abuela no me las regaló el día de mi cumpleaños, sino que me las dio unos cuantos meses antes, incluso antes del verano ya que mi cumple es en octubre.


Ese día en que me dio el regalo, lo recuerdo como si todavía fuese hoy. Fui a la casa de mi abuela y justo nada más entrar, ella me dijo que tenía un regalo para mí, para mi cumpleaños, y que para ella era un regalo muy importante porque se lo había dado a todas sus nietas mayores (mis primas más mayores) y me dijo que no podría utilizarlas hasta que no me independizase con mi pareja, yo la abrí y vi que eran unas toallas, claro al principio las vi como un objeto más, pero aun así haría caso a su promesa de no usarlas. Yo tan inocente al ver el regalo y escucharla que era para mí cumple, la dije: ¡pero abuela que todavía no es mi cumple, queda mucho!, y ella me dijo que ya lo sabía pero que igual ese día tan importante para mí, no podría estar a mi lado y al decirme eso se puso a llorar, en ese momento en que vi caer sus lágrimas, me di cuenta de que algo la pasaba, por algo me decía eso y que mi abuela sabía que ella se encontraba mal, que estaba enferma y que no la quedaba mucho tiempo y no llegaría al día de mi cumpleaños, yo no tenía ni idea de eso, pero cuando vi esa mirada de tristeza mezclada con amor, ilusión y cariño, reaccioné y me puse a llorar preguntándola como cualquier niña inocente, que porque no iba a estar el día de mi cumpleaños, y ella llorando me lo dijo muy claro, por lo que me puse a llorar aún más abrazándola y pidiéndola que por favor no se fuera que la quería y que la necesitaba a mi lado.

Ese día está marcado en mi corazón y ese año cuando llegó el día de mi cumpleaños, ella tenía razón, ya no estaba pero el mejor regalo seguía siendo estas toallas que os muestro en la foto.


Desde ese día, dichas toallas ya no eran un objeto más como las vi nada más abrir el regalo, sino que eran y son el objeto más preciado que tengo, de lo poco que tengo de mi abuela, para mi tienen un gran valor sentimental y no las utilizaré hasta que no me independice como mi abuela me dijo, cumpliré esa promesa que hicimos ese día.