Andrea

Detrás de mis misterios y mis tristezas habita en mi cuerpo un campo amarillo, un campo donde me arrojo y me encuentro. Acudo allí cuando dudo, cuando me contradigo, cuando la marcha del reloj va hacia atrás. Viajo allí felizmente. Allí aprendí a no dudar, a decidir y amar. Bailo conmigo sin preguntar qué estoy bailando. Ya estoy aquí, camino hasta el cañin; hace un día tan bonito que llenamos globos de agua.

Cierro fuerte los ojos y empieza la guerra. Río como esas veces que no puedes parar y me pregunto por qué allí fuera dura tanto la tristeza Respiro mientras, preparo la coreografía de esta noche en la ducha y ayudo a mi abuela a poner la mesa. Siento la miradas en la mesa de toda mi familia junta, todos están ya en sus campos y entonces me tumbo y acaricio cada alma de esta tierra.

Cada empujón por detrás que me enseñó a seguir empujando los girasoles hacia arriba. Persigo mi infancia inocente capaz de sentir la libertad en los tobillos, acuno mi vulnerabilidad y nos damos otra oportunidad para seguir siendo fuertes. Me encuentro con mi energía en este silencio pero ahora tengo que irme. Me despido del campo amarillo que rellena mis espacios vacíos. Ojalá todo el mundo pudiera disfrutar de este campo amarillo.