Este anillo a simple vista es un anillo bastante común que le pueden vender en cualquier tienda y que puede tener cualquier persona, pero para mí no es un simple anillo, para mi es un recuerdo ya que me lo regalaron mis amigos de mi pueblo, Wamba, cuando cumplí 18 años. Y desde entonces tan solo me lo he quitado para hacerme la foto, en la que se observa que esta bastante deteriorado por el uso que le he dado. Es un anillo muy importante ya que a mis amigos del pueblo solo les veo un mes en verano porque cada uno vive en una ciudad de España, y cada vez que veo el anillo recuerdo los buenos momentos que pasamos todos juntos en el pueblo, que aunque nos veamos poco, tan solo 1 mes al año, es muy intenso porque estamos todo el día juntos , desde que nos levantamos hasta que nos acostamos y por mucho que pase el tiempo cuando estamos juntos es como si el tiempo no hubiese pasado ya que cuando nos vemos en verano en seguida nos ponemos al día y empezamos con la rutina típica de los veranos: ir a la piscina, los sábados ir de fiesta a otros pueblos, ir al vermú los domingos, juntarnos todos en la plaza… cosas típicas que se hacen en la mayoría de los pueblos pero para mi son momentos muy especiales ya que me reúno una vez al año con mis amigos de toda la vida. Además, considero que la amistad que tenemos es una amistad muy bonita y fuerte ya que nos conocemos desde pequeños, y pese a que durante el año apenas mantengamos el contacto, los veranos son sagrados y nos volvemos a reunir todos. Por otro lado, este anillo me trasmite unas sensaciones que no se pueden explicar y que tan solo pueden comprender las personas que tienen pueblo, porque allí la vida es mucho más pausada, en mi caso salgo a la calle y siempre conoces a todas las personas con las que te cruzas, se respira un ambiente mucho más familiar, ya que mi pueblo es bastante pequeño y eso lo hace especial. También cuando pienso en mi pueblo inconscientemente pienso también en la parte de mi familia que es de allí, por tanto, este anillo también lo relaciono con mi familia, aunque no sea de forma tan directa como se relaciona con mis amigos Este simple anillo es capaz de transmitirme todas estas cosas
He elegido como mi patrimonio entradas de cine. Puede que dicho así suene extraño e incluso loco, pero para mi tiene un significado realmente especial. Desde una tempana edad decidí empezar a guardar las entradas de cine de aquellas películas que iba a ver. Cada entrada cuenta más que una simple historia que visualicé a través de una pantalla, cada entrada narra un recuerdo, un recuerdo de aquel momento compartido con mis amigos, con mi familia, con mi pareja, o incluso conmigo misma. Lo que para otros no es más que un simple trozo de papel viejo con el nombre de una película escrito y una fecha cualquiera, para mi son pedazos de mi vida. No todos estos tickets traen con ellos momentos felices, algunos conllevan pensamientos amargos y dolorosos; pero que aún así son parte de mí, de mi identidad, de mi patrimonio. Algunas de estas entradas se han visto realmente afectadas por el paso del tiempo, se han vuelto amarillentas y sus letras negras han emborronado lo que previamente era blanco. Sin embargo, pese a que cueste entender el título de aquella película a la cual te abrían las puertas, ahora son una puerta hacia un recuerdo, hacia un momento, y son una puerta que espero que nunca se cierren. Las tengo colocadas en una pizarra en mi habitación, están a la vista, pero pasan desapercibidas pues están rodeadas por cosas que podrían considerarse mucho más significativas y más llamativas. Cuando alguien pasa por delante, a penas les presta atención más que alguna pregunta desafortunada de por qué guardo algo tan tonto. Yo paso por delante y aquellos trocitos de papel amarillento me hacen recordar, me hacen sonreír o incluso reflexionar sobre como ha cambiado todo desde cada uno de esos momentos vividos. Representan la trayectoria de mi vida, podría incluso decir, que forman la película de mi vida.
Para mí, un patrimonio personal es algo que conservas desde que puedes recordar y el único propietario es la persona que lo tiene. Un patrimonio personal pueden ser múltiples objetos o incluso los recuerdos pueden considerarse patrimonios personales porque son hechos que el propietario conserva y recuerda y recordará siempre. Mi patrimonio más preciado es el anillo que me regaló mi abuela con 14 años. Este anillo está hecho a mano por mi tío abuelo (el hermano de mi abuela) ya que el era relojero y le gustaba hacer este tipo de joyería. Mi tío abuelo le regaló este anillo a mi abuela cuando también tenían 14 años. Cuando se lo regaló le dijo que ese anillo simbolizaba lo unidos que están como familia y lo iguales que son como personas. Son dos gotas de agua juntas y de ahí el significado que tiene. Cuando mi tío abuelo murió yo tenia 12 años y desde que recuerdo, mi abuela siempre llevaba ese anillo en la mano y me encantaba, le preguntaba si algún día me lo iba a regalar y ella siempre me contestaba lo mismo; algún día. Cuando cumplí los 14 años mi abuela me dio un regalo, era una cajita pequeña y cuando la abrí, ahí estaba el anillo. Me dijo que ese anillo me iba a durar toda la vida y que cuando fuera abuela se lo tendría que regalar a mis nietos para que este objeto pueda pasar de generación en generación. Desde ese día, no me lo he quitado nunca, este anillo forma parte de mi dedo, si algún día lo pierdo, sentiría que me falta algo. Cuando estoy lejos de casa, mi abuela siempre está conmigo y siempre que lo veo me acuerdo de ella. Tengo 19 años y tengo muy claro que siempre lo llevaré conmigo.
Mi patrimonio puede parecer un simple oso de peluche viejo, aunque para mí no lo es. Mi abuela me regaló ese oso cuando nací, el 27 de mayo de 2002. Pensó que me gustaría porque el peluche tenía el tamaño perfecto , al ser tan pequeño, para un recién nacido. Pero sobre todo lo que ella quería es que me acompañara siempre. Desde que me lo regaló, dormí con él todas las noches porque me sentía protegida y aunque ya hace varios años que no lo hago, todavía está en la mesilla de mi habitación. Cuando tengo exámenes y estoy estudiando a veces lo pongo encima de mi escritorio para poder verlo, porque siento que me está acompañando, incluso algunas veces le explico a él lo que he aprendido y me siento escuchada, aunque sé que es un peluche. Mis padres se referían a él llamándolo osito, hasta que yo aprendí a hablar y por primera vez le llamé Otito porque todavía no sabía pronunciar algunas letras, desde ese momento ese es su nombre. Pero lo más importante es que me recuerda a mi abuela, que es una de las personas más importantes de mi vida, y sé que aunque ella no va a estar siempre conmigo, Otito si lo hará y me acordaré de ella cada vez que lo mire, porque tiene un importante valor sentimental para mí.
La primera vez que me mudé de ciudad me regalaron una caja, en ella está escrito frases o palabras claves que teníamos entre mis amigos de aquella ciudad y yo. Me regalaron solo la caja para que la utilizara para guardar todos los recuerdos que haga con todos mis amigos. Cada vez que me mudaba de ciudad me daban una carta o me decían cosas bonitas para que no me olvidase de ellos, las cuales yo escribía en la caja. Dentro de ella guardo todos los recuerdos que tengo con todos mis amigos que tuve y sigo teniendo, como por ejemplo fotografías de algún viaje, postales de lugares donde estuvimos, cartas, algún suvenir u objeto que me trajeron de viajes que hicieron ellos, etc. Esta caja siempre vendrá conmigo y seguiré añadiéndole cosas y frases. Cuando abres la caja o sin abrirla aparecen los recuerdos que me hacen sonreír y disfrutarlos otra vez.
“Una pequeña caja negra de cartón con forma de prisma rectangular y con la impresión del nombre de una conocida marca de diseño, contiene en su interior un bolígrafo negro y plateado de tinta azul, en cuya parte superior se puede leer otro nombre y la palabra Matemáticas. El material que contiene la caja lo completa un papel amarillo con un breve texto, firmado con el mismo nombre que aparece en el bolígrafo”.
En nuestra graduación de Bachillerato, en su despedida por jubilación, el profesor de Matemáticas nos regaló a mí y a mis compañeros un bolígrafo; muy bonito, por cierto. No lo utilizo, pero de vez en cuando lo observo, leo la nota que lo acompaña y en mi cara se dibuja una sonrisa cargada de nostalgia.
Al ver el bolígrafo sonrío porque me transporta a aquél día en que nos enseñó matemáticas en el parque; sonrío porque me hace recordar la inolvidable experiencia de ver jugar a Rafa Nadal en Madrid; sonrío porque quien me lo regaló me ha enseñado el verdadero significado de ser profesor y ha contribuido a conformar la persona que soy y que quiero llegar a ser…
Para mí, esa pequeña caja negra contiene mucho más que un bolígrafo, pues al abrirla, mi cabeza se inunda de innumerables recuerdos y mi corazón de intensos sentimientos. Ahí, en la caja, es donde descansan seis difíciles y convulsos años de vida, que han sido y serán cruciales para definir el resto.
Este tren es mi bien material, patrimonial y personal más preciado, a pesar de no tener un elevado valor económico. Perteneció al padre de mi abuela materna, es decir, a mi bisabuelo. De familia honrada, humilde y trabajadora, comenzó a trabajar muy joven, puesto que era el único varón, para poder sacar adelante a la familia. Desde entonces hasta su jubilación trabajó en la RENFE, donde recibió este tren. Él le dijo a mi abuela que si algún día su nieta mayor, es decir, mi madre, tenía un hijo quería que lo heredase. Como soy hija única me pertenece. Para mí, es una forma de tener, querer y recordar a alguien a quien no conocí, mi bisabuelo murió dos años antes de que yo naciese; y que representa a todos mis familiares que ya no están. Es lo único, junto con las fotografías, que se conserva de él.
Todo comenzó un 2 de junio de 2018. Mi equipo, el Real Valladolid, jugaba una final contra el Sporting de Gijón en la lucha por el ascenso a la mejor liga del fútbol español. Como toda final, con ilusión y ganas me dirigí hacia el estadio José Zorrilla con mi padre y mi hermano. Este último, me dio una bandera para animar al equipo y poder representar los colores que tanto caracterizan al Real Valladolid. Lo que ni me imaginaba en ese momento es lo que era un simple objeto al que creía que iba a dar un uso espontáneo durante apenas un par de partidos se iba a acabar convirtiendo en uno de mis PATRIMONIOS PERSONALES DE VIDA. Aunque no suelo creer en supersticiones y ese tipo de cosas, el ascenso del Pucela acompañado de la bandera, originó un nuevo amuleto que desde entonces me iba a acompañar en cualquier partido que jugase el equipo. La bandera tiene un doble vínculo. Por un lado, el sentimiento de orgullo pucelano que me transmitió, así como el hecho de que me la diera mi hermano. Y es que cuando algo es especial, nunca se olvida la primera vez. La lucí orgulloso en el “Santiago Bernabéu” (Madrid), la levanté con admiración en “El Molinón” (Gijón), y la enseñé con gran estimación en el “Martínez Valero” (Elche). No solo me acompañaba a mis “viajes futbolísticos”, sino que también iba en mi maleta allá donde yo fuese. En la Puerta de Brandeburgo (Berlín), en la Catedral de Nantes (Francia), en Dublín (Irlanda) y en Venecia, Florencia, Roma o la Ciudad del Vaticano (Italia) entre otros sitios, también mostraba orgulloso MI PATRIMONIO. Y la enseñaré con elegancia y valentía allá a donde vaya porque para mi representa mi ciudad, el lugar que me vio crecer, y es símbolo de victoria, de un sentimiento nostálgico que, aunque pasen los años seguirá en mi cabeza como recuerdo de aquella primera vez que la ondeé al cielo de una ciudad que acababa de hacer historia, y que de alguna manera había provocado también que yo hiciese la mía.
Mi abuelo materno y yo siempre tuvimos una conexión muy especial, para él yo era su tercera hija, y para mí él era mi segundo padre. Los fines de semana, pasábamos juntos todo el tiempo que podíamos, haciendo cosas sencillas como ir a comprar y cuidar el pequeño huerto debajo de la casa de mis abuelos. Durante la semana sacaba siempre tiempo para verme, llevándome y recogiéndome del colegio a pesar de que este, le quedaba bastante lejos. Él era la persona más dulce y paciente que he conocido, siempre atento con los conocidos, y amable con los desconocidos, siempre encontraba algo positivo que decir de cada persona. Por ello, mi posesión más preciada es mi reloj, su reloj. Un reloj que él llevó por años y años, y al que por ese motivo tuve que cambiarle la correa cuanto lo heredé. Un reloj de cuerda que mi abuelo consiguió pagar tras muchísimos meses de duro trabajo. Cada vez que miro este reloj lo recuerdo a él, con sus sabias palabras, dándome unos consejos que ahora que soy mayor, por fin puedo comprender. Este reloj me recuerda a la constancia, ya que debes estar atento de darle cuerda si no quieres llegar tarde a ningún lado; la pequeña rotura en el cristal de la esfera, hace que recuerde la celeridad del paso del tiempo y la importancia de valorar el momento, cuidando lo que tienes.
Hoy en día mi bien patrimonial más preciado, serían estás dos pulseras de pandora con los diferentes charms. Para quien no sepa que son los Charms, son los abalorios que irían a través del cordel. Cada colgante que lleva la pulsera me transporta a un pensamiento especial para mí, un recuerdo o persona, o simplemente tiene un significado en particular. A continuación, os explicaré cada charm, pero antes que nada me gustaría dejar claro que soy una persona muy supersticiosa y considero que estas pulseras son mis amuletos, los cuales me producen suerte si los tengo cerca, se asemejan a un trébol de cuatro hojas que aleja las malas vibraciones y por supuesto la mala suerte. Son muy importantes ambas para mí, porque me las regalaron en un momento en el que yo no estaba pasando por una buena situación personal, debido a que se acercaba mi cumpleaños y por la COVID-19 no podía abrazar a mis seres queridos en ese día. La pulsera que tiene el charm del símbolo de la mujer me la regalaron cuando cumplí la mayoría de edad, por el hecho de pasar a adulto y en mi familia se asemeja al símbolo de la buena suerte, del amor y por supuesto al feminismo. El siguiente símbolo fue una luna, dado que tengo una gata que se llama luna que esta enferma y lleva varios años con una enfermedad que no tiene cura y me lo regalaron para que siempre su recuerdo este conmigo unido. Dado que considero que los animales son como la familia, imprescindibles. El resto de charms, el símbolo de una huella de gato, una cara de gato, una E, un círculo verde y un corazón, simbolizan el karma, el destino, la suerte, el amor y la casualidad. Dado que creo que todo tiene un porque, creo que todo pasa por algo, que el amor existe ya sea por causa del destino o simplemente por casualidad, que todo lo malo vuelve y que por lo tanto el karma es muy sabio y que la suerte, viene, siempre y cuando una persona la merezca. Si perdiera alguna de las dos pulseras, sin duda perdería un trocito de mí, el cuál no se podría reemplazar con otra pulsera por mucho que fuera igual. Me complementan, y son mi esencia. En definitiva, me protegen y ayudan en los momentos difíciles a seguir a delante.
Como patrimonio personal he decidido escoger a mi osito de peluche sin el que no era capaz de dormir de pequeña, ha vivido inmensidad de momentos y que me regaló mi madre nada más nacer. Mi peluche está guardado en un lugar especial de mi casa, está apoyado en la estantería de mi habitación, ese lugar donde empiezo y donde acabo cada día. A pesar de que como patrimonio haya escogido un objeto inanimado, el vínculo que tengo con él es enorme, desde muy chiquitita nunca podía dormir sin él y recuerdo que hubo una vez que se me olvidó en la casa del pueblo, porque viajaba conmigo a todos los lados, y mi madre me contó que me dio otros peluches, pero que incluso con cuatro años, era capaz de reconocer que ese no era mi peluche, y desde ese momento decidió comprarme otro igual por si en algún momento se me perdía, que no pasase ni un segundo con ese miedo de estar sin él. Con este peluche puedo llegar a recordar muchos momentos vividos de la infancia, así como personas que han pertenecido a mi vida, tanto aquellas que siguen y otras que ya no están. Mirar a mi osito me sirve de base como impulso para la vida, para hacerme consciente de lo vivido y de lo que aún me queda por vivir.
La danza es vida para mi, y estos zapatos, a la vista está que están destrozados y dan sensación de suciedad y antigüedad, haciendo así que mi familia no deje de recordarme que igual debo de empezar a pensar en cambiarlos o como poco arreglarlos, pero yo no quiero, los quiero así. Son ellos los que me han ayudado a acabar una de las etapas más importantes de mi vida y son ellos los que siguen acompañándome en algunos de los momentos más bonitos de ella. Ambos me han visto llorar mucho, discutir y padecer ansiedad y estrés, pero sobre todo, me han visto reír, ser feliz y superarme como persona y bailarina. Mucho amor, además de sentimientos indescriptibles, es lo que me hacen experimentar. Bailo y desarrollo la creatividad con ellos, pero también me hacen sentir libre y como que estoy en un mundo paralelo a la realidad cuando me los pongo, por lo que se me hace muy difícil imaginar el día en que nos separemos, porque, aunque puedan parecer insignificantes para ciertas personas, puedo asegurar que para mí son de los objetos más maravillosos que tengo y que más recuerdos bonitos me traen.
La persona que más me ha enseñado a crecer se fue un 11 de junio, todo cambió desde ese día. Desde que te fuiste, me cuesta hablar de ti en pasado, nunca podré ser capaz de decirte adiós porque para mi sigues presente en cada segundo. Puedo vernos reflejados en cada trazo de esta imagen, porque sé que me estás mirando y me acompañas en cada paso que doy. Es increíble observar la alegría en tu expresión y lo feliz que estabas. Se puede ver mi mano agarrando nuestra foto y la de la abuela pasando las páginas del álbum, sintiendo cada recuerdo que le traen los días que ha pasado contigo. Aunque cada detalle que aparece ahí ahora forme parte del pasado, también tiene un hueco en mi corazón. Puede parecer extraño, pero puedo sentir ahora mismo nuestras manos que ahí están unidas mientras bailábamos. Cada vez que la veo, me recorren mil sensaciones y me pregunto por qué tuviste que irte. Mentiría si dijese que no te echo de menos, pero sabes que te voy a llevar siempre conmigo, de eso no tengo dudas. Pocas personas pueden decir que han disfrutado tanto de un abuelo como yo he podido disfrutar del mío. Y, aunque es duro perder a la persona que te ha acompañado toda la vida, me quedo con todo el cariño que me has dado, lo buena persona que eras y con esa forma de ser tan natural que te hacía especial y diferente al resto. Cuando salgo de clase pienso en que ojalá pudiese verte esperándome para llevarme a casa y comer con la abuela, los tres juntos. Volvería al pasado para congelar todos esos momentos porque sé que nada hubiese sido lo mismo sin ti. Hoy, mañana y siempre, conmigo
Para mí, mi patrimonio es Loredo (Cantabria), el camping, lugar en el cual veraneo desde que nací con mis abuelos, mi madre y hermano. Cuando mi abuelo falleció, mi abuela decidió comprar un bungaló para poder seguir yendo a veranear allí, y a pesar del gran vacío que dejó, que nunca dejásemos de ir al sitio que a él le encantaba y disfrutarlo por él.
Cuando era pequeño, y mi abuela hacia viajes a diversos lugares, para ver las iglesias y catedrales, los cuales adoraba, ya que era una gran creyente; se iba durante varios días con sus amigas, y disfrutaban cuanto querían, compraban recuerdos de los lugares a los que iban, e investigaban los caminos que veían ella y sus amigos. Aunque los recuerdos que me ha ido trayendo hasta ahora no eran muy bonitos (calendarios, y estampas), con el tiempo, ha traído mejores cosas, la ultima ha sido este colgante, que compro en Santiago de Compostela, ahora espero con ansias, para poder ver que recuerdos traerá, ya que su ultimo viaje, aunque fue hace un tiempo, y al tratarse de un lugar lejano, estoy seguro de que estará comprando los mejores recuerdos, no por nada ha ido a conocer al jefe de las iglesias que tanto le gustan.
Actualmente mi bien patrimonial más preciado es un reloj «Casio» de color dorado que me regaló mi abuelo por parte de padre por mi cumpleaños justo antes de fallecer. A simple vista parece un bien con alto valor monetario, pero es mucho más que eso. Es el último regalo que me hizo mi abuelo y representa una de las cosas que más le gustaban, los relojes. Desde que me lo regaló, nunca me he puesto otro reloj, aunque esté algo rayado o deteriorado es la forma que tengo de recordar a mi abuelo a diario. Cada vez que consulto la hora puedo acordarme de él y de todos los momentos que hemos pasado juntos se me vienen a la cabeza, sobre todo el día que me lo regaló. Cuando deje de funcionar por el deterioro lo guardaré en la caja donde me llegó y allí permanecerá para siempre, ya que la intención es que las próximas generaciones de mi familia lo guarden con cariño en honor a mi abuelo.
Si tuviera que elegir un sello o marca de identidad personal, lo primero que se me viene a la mente no es un objeto, ni algo material, ni siquiera una actividad o afición. Considero que lo más importante en mi vida y lo que más me describe, precisamente porque constituye pequeños fragmentos de mi personalidad, es la gente que compone mi vida y que me ha acompañado, participando en mi crecimiento personal. Creo firmemente que lo que más nos define como personas es la gente de la que elegimos rodearnos y con quienes compartimos nuestra vida y, en mi caso, han sido ellos los responsables de que llegue a ser la persona que soy hoy. Para mí, todas estas personas se concretan en 3 collares que llevo siempre puestos. Uno de ellos es un regalo de mi familia, otro de mis amigas y el tercero, que actúa como vínculo entre los otros dos, es el mismo que lleva mi prima, que es también mi mejor amiga y, por lo tanto, la conexión entre mis dos pilares fundamentales: familia y amistad. Tal y como he dicho al principio, creo que la gente de la que decidimos rodearnos nos define y personalmente no podría esta más orgullosa de mi elección.
¿Qué es el baloncesto? Cualquiera te contará, que este deporte tan solo consiste en encestar. Pero, ¿qué ocurrirá si te digo que este juego es mucho más? El compañerismo, la diversión, la lucha, el esfuerzo, el compromiso y la ilusión consiguen que el baloncesto pueda brillar. Sin embargo, este deporte tan deslumbrante no solo me hace disfrutar como jugadora, sino que consigue que tenga presente mi valor como entrenadora. Un desvarío puede parecer, pero las peques a las que entreno me hicieron este regalo hace un año. Aunque puede verse cómo algo insignificante, consigue simbolizar lo muy feliz que me hace poder entrenar a unas chicas tan ilusionadas por el baloncesto como yo.
Ojalá pudiese repetir el día en el que me regalaste estos pendientes yaya, ese día en el que me dijiste que estos los había llevado mamá y ahora me tocaría llevarlos a mí. Cada día que vuelvo a casa y pasó al lado del río me acuerdo de las castañas que nos llevabas a mi y a mi hermana a la salida del cole y como llegábamos a casa y comíamos el puré que tanto odiaba pero que ahora pagaría por tomar una simple cucharadita. Recuerdo como me quedaba dormida a tu lado en el sofá de tu casa viendo Austin & Ally. Ahora cada vez que veo esa serie me acuerdo de ti y de todos estos momentos que vivimos juntas. Cuánto daría yo por darte un abrazo y decirte todo lo que te quiero. Cada rincón de Valladolid me recuerda a ti. Recuerdo como si fuese ayer el día en el que te llevé esas tortitas que tanto quería que probases. No me suelo poner mucho estos pendientes porque no quiero perderlos ya que para mi es un orgullo llevarlos. Para mi representan la familia tan bonita que tenemos llena de mujeres que se quieren y se querrán allá donde estén. Espero que estés muy orgullosa de mi y de todo lo que estoy consiguiendo ya que siempre que me pasa algo bonito me acuerdo de ti. Todo esto es por y para ti. T´estimo molt.
La razón por la que he seleccionado estas punteras de gimnasia rítmica es porque es algo que me identifica y me representa al completo desde pequeña. A los 4 años mi madre decidió apuntarme a gimnasia rítmica en el club del pueblo La Cistérniga, al principio yo iba porque iban todas mis amigas y por empezar a hacer algo de deporte. Pero al final resultó que la gimnasia rítmica siempre será algo muy importante para mí. La gimnasia rítmica siempre me ha ayudado en todos los aspectos, poder superarme cada día con cosas nuevas, ponerme metas que conseguía, a poder evadirme y sobre todo a ser yo misma. La gimnasia rítmica me ha enseñado muchas cosas, tanto buenas como malas, y gracias a este deporte soy quien soy hoy en día. Cuando ya fui creciendo y mis amigas se fueron desapuntando de la actividad me quedé completamente sola. Mis entrenadoras se dieron cuenta de que yo disfrutaba haciendo los ejercicios de gimnasia, que incluso yo muchas veces decidía quedarme más horas entrenando solamente para poder seguir aprendiendo más y más. Fue por ello, que mis entrenadoras decidieron ampliarme las horas de entrenamiento y poder seguir aprendiendo mucho más. A los dos años más o menos conocí a otras 4 compañeras que empezaban a entrenar en el club y mis entrenadoras decidieron juntarnos y crear un conjunto. Al principio éramos 5 niñas que solamente hacían eso por diversión y por pasárnoslo bien como todas, pero poco a poco éramos más conscientes de que este deporte es una maravilla y que te enseña muchas cosas que otros deportes u otras experiencias no te pueden enseñar.. Con ellas, yo he vivido de todo, tanto alegrías, como enfados, etc. pero todo eso nos ha ayudado a todas a poder vivir esa experiencia al 100% y sobre todo conocer a unas amigas que tienen la misma ilusión que tú que es lo que más nos ayudó a poder ser un gran equipo. En 2018 – 2019 yo comencé a tener muchos dolores en la espalda y en la rodilla y eso era algo que impedía hacer bastantes cosas y poder sacar los ejercicios como nosotras queríamos, e incluso decidimos dejarlo todo, pero una charla con nuestras entrenadoras fue lo que nos ayudó a continuar y con muchas más fuerzas. En 2020, debido a la pandemia ya tuvimos que dejarlo al completo, eso fue algo que nos destrozó por dentro porque llevábamos preparando un ejercicio mucho tiempo y él cuál no pudimos enseñar. por esa razón he querido seleccionad estas punteras porque son las últimas que utilice antes de tener que dejarlo por completo. Hoy en día, estoy de entrenadora en un cole y en el club de mi pueblo, y eso es algo que me ayuda a estar conectada con este mundo de la gimnasia rítmica. Por ello, la gimnasia rítmica siempre será parte de mí y estará siempre conmigo.
Con esta imagen quiero representar una etapa de mi vida que viví un verano hace unos años. Mi imagen iba a ser una pulsera que aún me dura que me compré una vez finalizado el camino, allí en Santiago, pero esta algo vieja y al no entenderse lo que pone, os pongo esta otra, el famoso «mojón» del camino, el que veías a lo largo de cada etapa que te indicaba cuanto te quedaba y, si, al principio veías 200 km y no ayudaba mucho, pero cuando ves 10 o incluso 5km, la sonrisa es automática. Os cuento mi experiencia: El camino de Santiago es un momento único que debería vivir y tener como experiencia todo el mundo, al menos desde mi punto de vista. Hace unos veranos, con un grupo de la iglesia, mis amigos y yo realizamos desde Asturias este camino. Yo, sinceramente soy una persona perezosa y que no tenía buenas expectativas de esta «aventura» que iba a marcarme toda mi vida. El despertarse a las seis de la mañana, a las 6:30 comenzar la etapa cada día era horrible, pero sinceramente es un momento de mi vida que me marcó. Fueras andando tu solo o acompañado, siempre había un rato del día que reflexionabas sobre algo (no tuvimos móvil durante todo el camino), comentabas lo bonito que eran las vistas, el paisaje con tus amigos, las ganas de llegar que tenías… El apoyo de tus amigos, la ayuda de la gente que conocías durante las etapas, o las risas y recuerdos al acabar cada día, sin duda eran la fuerza que te ayudaba el día siguiente a «volver a empezar», porque sí, cada día era un nuevo comienzo, una nueva experiencia, un nuevo reto al que enfrentarse. Sin duda alguna es algo que recomiendo y por supuesto que volveré a ese conocido Camino de Santiago.
En este tatuaje que tengo en el brazo, en la parte del bíceps, están representadas dos mariposas, una de ellas aparentemente volando. Tiene mucho significado para mí porque representa a mis abuelos por parte materna: ellos vivían lejos y los veía muy poco (2 veces al año). Tenían un jardín con muchísimas flores y lo tenían muy bien cuidado y todos mis recuerdos con ellos se basan en esa imagen. Por lo tanto, las mariposas además de hacerme recordar la ciudad donde vivían (que es mi lugar favorito), representan el jardín y del mismo modo el amor entre mis abuelos. Además, una de ellas está volando, que es la que representa a mi abuela, ya que falleció hace unos años y simboliza como está «volando».
Este cuadro fue pintado por mi padre, en él nos encontramos mi hermana y yo en una playa cuando éramos pequeñas. Lo tengo colocado en mi habitación y siempre que lo miro me recuerda a una etapa en mi vida donde mi familia y yo vivíamos en una casa que estaba situada muy cerca de un pinar además de la relación que tengo con mi hermana. Todos los días iba de paseo con mi padre, mi hermana y mis perros y andábamos hasta que no podíamos más, nos inventábamos historias inspiradas en el paisaje y actuábamos según el personaje que creamos. La intención de mi padre fue retratar que, aunque vengan adversidades o problemas, mi hermana y yo siempre permaneceremos juntas, por eso en el cuadro estamos agarradas de la mano adentrándonos en la profundidad del mar. Este cuadro me crea un sentimiento de nostalgia, cariño, amor y ternura.
Mi patrimonio más preciado es el collar que me regaló mi abuela el día de mi nacimiento. Es un collar de oro con una cruz cristiana que cuelga de él, ya que mi abuela es muy tradicional y extremadamente religiosa. Para mi es muy importante porque habitualmente no puedo visitarla y es lo que me hace acorarme de ella. Mi abuela me lo regaló porque era una promesa que tenía con mi abuelo, que falleció años antes de que yo naciese. Me hubiera gustado haber conocido a mi abuelo y que me hubiera podido regalar él también el collar. Este collar es algo que llevaré toda la vida porque para mí una de las cosas más importantes en mi vida es mi familia, ya que siempre han estado ahí cuando les he necesitado.
Un verano me di cuenta de que había más mundo del que yo creía. Antes solía ser una persona muy reservada, algo tímida y no muy dada a socializar con la gente, pero aquel verano en el que tendría 7 u 8 años, mi abuela me animó a intentar conocer a gente, ya que nunca me hacía mucha ilusión ir al pueblo porque sentía que me aburría estando sola o con mis padres todo el día. Empecé a quedar con algunos amigos que conocí en la plaza y poco a poco fui conociendo a más gente. Desde aquel verano, el hecho de ir al pueblo era un método de escape a todos los problemas del día a día: colegio, trabajos, discusiones con compañeros, preocupaciones… También es un lugar que me recuerda mucho a mis abuelos, ya que ellos son de allí de siempre, y son dos personas a las que quiero y me han apoyado mucho a lo largo de toda mi vida. En mi pueblo es muy famoso el carnaval, y hay una tradición de llevar una cinta atada alrededor del cuello durante los días de carnaval, como símbolo de él, y que se supone que te cuida la garganta hasta el miércoles de ceniza, que debería quemarse. Aún conservo la primera cinta que me dió mi abuela, y ella me lleva a recuerdos muy bonitos como son mis amigos, momentos especiales, mis abuelos y toda la vida que he pasado allí.
A pesar de que a simple vista es un papel de regalo arrugado, para mí representa lo más importante, la familia y la unión. Mi abuela cuando llega el día de Reyes prepara uno así para cada uno, sin duda tiene mucho más valor que lo que pretende esconder. Me gustaría volver a las Navidades antes de la pandemia en las que todos nos juntábamos sin pensar en las consecuencias que podría tener pasar tiempo juntos. Pero no me olvido de que lo más importante es saber que están bien y pensar que pronto todo volverá a la normalidad.
Mi patrimonio personal más preciado son estas botas de baloncesto, que fueron un regalo que me hizo mi abuelo. Estas botas fueron las primeras que tuve y mi abuelo me las regaló con el sueño de verme jugar un día en el Club de Baloncesto de mi ciudad, donde él jugó de pequeño. Por desgracia, meses antes de superar las pruebas para entrar al club y conseguir jugar en él, mi abuelo falleció. Es por ello que estas botas tienen un gran valor sentimental para mi y son el recuerdo de un sueño cumplido, pero que no fue del todo satisfactorio.
Cuando llega la edad en la que tienes que desprenderte de tus objetos y juguetes de la infancia siempre hay algo de lo que no te puedes deshacer. En mi caso, todos mis cuentos fueron metidos en una caja y guardados en el desván excepto estos dos que aparecen en la fotografía. Eran mis cuentos favoritos de pequeña, los leía cada noche y los guardo un especial cariño. Hoy en día son los únicos que conservo en mi habitación y por ello los considero unos de los objetos que representan mi patrimonio personal. Cuando alguna de mis primas pequeñas viene a visitarme a casa, siempre me los piden y es algo que me hace ilusión ya que los disfrutan igual que lo hacía yo.
Aún recuerdo la primera vez que te ví, Obradoiro, un partido que para muchos era un simple amistoso, pero que para mí supuso el inicio de una relación que a día de hoy sigue muy latente. Quizás muchos no lo entenderán, quizás otros no vayan a tener algo así en la vida, pero con cada canasta, cada punto, con cada victoria, con cada derrota, con cada segundo que paso enganchado a la televisión viendo tu partido, supone una pausa en mi vida, pues en ese momento, lo más importante es animar al club de mi vida. Cómo olvidar el día que me hice socio, aquel 19 de agosto de 2019, el día que durante años estuve esperando, pero que debido a diferentes motivos, se tuvo que aplazar. Cómo olvidar la bufanda que ese mismo día conseguí, la cual me enfundo en cada partido, y de la cual no me puedo desprender en ningún momento. Porque es también una pasión que nos une a mi hermano y a mí, un nexo que por mucho tiempo que pase, estoy convencido de que no se romperá. Por todo esto, vaias onde vaias, estés onde estés. eu (coa miña bufanda) seguireite. #SomosOBRA
Mi objeto más preciado que hay dentro de mi patrimonio son estas botas de tacos de aluminio, estas botas representan el vinculo que tenemos mi padre y yo con el futbol. Estas botas me las regalo mi padre en navidad, ya que fueron las botas con las que mi padre ascendió a 3 división con el Palencia, me las regalo con el motivo de que yo este año en el equipo en el que juego estamos luchando por el ascenso y mi padre pensó que me podrían dar suerte a la hora del ascenso. Las guardo con un gran recuerdo ya que para mí como para mi padre el fútbol nos ayuda a desconectar y a sacar nuestra mejor versión pero también nos hace disfrutar y ser felices.