Linda
Primer día de clase del segundo cuatrimestre y nuestra primera tarea es pensar en nuestro patrimonio personal. Inmediatamente se me ha ido el pensamiento a Linda, mi gatita. Se fue hace dos días tras 13 años formando parte de nuestra familia. Pero no quiero quedarme en la afluencia de sentimientos que me han abordado desde entonces, sino en el camino junto a ella, mi verdadero patrimonio personal. Compartir momentos con mi blanquita es de las experiencias vitales más increíbles que he podido tener hasta el momento. He aprendido a admirar la naturaleza felina, su comportamiento delicado y a la vez salvaje. Su mirada apacible en momentos de tranquilidad y su rabo agitado en el juego. Compartíamos un vínculo especial y un sentimiento de lealtad, por el que entendíamos que ella podía confiar en mí y yo en ella. Nuestra relación se basaba en el respeto. Yo respetaba su espacio y sus tiempos, no me entrometía en su tranquilidad ni en su libertad. El amor y cariño que le brindamos hizo que tuviera una mejor vida. Creo firmemente que recibimos lo que damos, y todo esto se nos fue devuelto triplemente, ya que además de Linda tenemos la suerte de disfrutar con Mina y Tigre. Las tres callejeras, destinadas en un principio a las penurias de la calle, las acogimos y finalmente se las ha brindado una vida digna y llena de cariño. Mi patrimonio personal sin duda es poder haber compartido un trocito de mi vida con ellas, especialmente con Linda, una felina extraordinaria.