El epílogo y Lluvia

Uno de los patrimonios de los que nunca me podré desprender es del guión de la obra de teatro que hice con una amiga hace unos años. He tenido tantas épocas en las que no me sentía a gusto, a salvo o simplemente autocomprendida, que no podría enumerarlas. Aprendí de alguna forma a vivir estas etapas sin saber lo que significaban, por ello cuando apareció el teatro y sobretodo esta obra ambos me hicieron sentir más yo que nunca y menos sola conmigo misma, si acaso eso tiene sentido. No fue el simple hecho de descubrir algo que me apasionaba, ese epílogo fue escrito para nosotras teniendo en cuenta nuestras personalidades y en cierta parte representaba la dualidad de nuestra amistad. Expuso nuestro carácter de una forma muy visceral y moldeó unos personajes a partir de ello, eso me hizo me sentir desnuda ante todos pero a su vez me hizo sentir más comprendida que nunca. El inconformismo, el miedo al paso del tiempo, la extrañeza que causa el cambio o el rechazo a sentimientos lúgubres por el miedo de ser devorada por ellos eran algo que hacían de Lluvia (mi personaje) parte de mi o al revés. Y es que esta fue la primera vez en tener el sentimiento de saber que significa ser más yo misma creando, interpretando o rodeándome de gente que me hace sentir en un hogar inmenso que en mi vida cotidiana. Me gustaría tanto crear y sacar todo lo que tengo dentro que lo haría hasta dejarme vacía. Me gustaría tanto vivir de estas amistades que perdería la noción del tiempo sin dudarlo por el pavor del saber que debo dejarles ir. Me gustaría tanto poder agarrarme a estos momentos que muchas veces interpretaría este epílogo hasta no diferenciar quién es Lluvia y quién soy únicamente yo. Y es que el sentirme así me hizo comprenderme pero también me hizo querer consumirme sintiéndome yo, yo, yo.