El bolígrafo negro de tinta azul
“Una pequeña caja negra de cartón con forma de prisma rectangular y con la impresión del nombre de una conocida marca de diseño, contiene en su interior un bolígrafo negro y plateado de tinta azul, en cuya parte superior se puede leer otro nombre y la palabra Matemáticas. El material que contiene la caja lo completa un papel amarillo con un breve texto, firmado con el mismo nombre que aparece en el bolígrafo”.
En nuestra graduación de Bachillerato, en su despedida por jubilación, el profesor de Matemáticas nos regaló a mí y a mis compañeros un bolígrafo; muy bonito, por cierto. No lo utilizo, pero de vez en cuando lo observo, leo la nota que lo acompaña y en mi cara se dibuja una sonrisa cargada de nostalgia.
Al ver el bolígrafo sonrío porque me transporta a aquél día en que nos enseñó matemáticas en el parque; sonrío porque me hace recordar la inolvidable experiencia de ver jugar a Rafa Nadal en Madrid; sonrío porque quien me lo regaló me ha enseñado el verdadero significado de ser profesor y ha contribuido a conformar la persona que soy y que quiero llegar a ser…
Para mí, esa pequeña caja negra contiene mucho más que un bolígrafo, pues al abrirla, mi cabeza se inunda de innumerables recuerdos y mi corazón de intensos sentimientos. Ahí, en la caja, es donde descansan seis difíciles y convulsos años de vida, que han sido y serán cruciales para definir el resto.