Nuestras cartas

Sin ninguna duda, mi patrimonio personal son unas cartas que me escribía mi padre desde la cárcel. El día que recibí la noticia de que mi padre había sido detenido, sentí miedo, confusión, rabia, decepción, tristeza… Todos los lunes durante dos años, recibía estas cartas. Cada lunes por la mañana, al levantarme, iba corriendo hacía al buzón, emocionada, como un niño cuándo va a recibir un regalo. Leer esas cartas me tranquilizaba, me encantaba leerlas y sentirme lo más cerca posible a mi padre. Una vez que salió mi padre de la cárcel nuestra relación fue empeorando por diversas razones. A pesar de todo, sigo guardando sus cartas porque ha sido un antes y un después en mi vida.