Mi anilllo

Nunca he llevado anillos ni pulseras, siempre me ha gustado llevar las manos desnudas, preparadas para cualquier cosa. Hasta que, hace 4 años, en Conil de la Frontera, durante el atardecer más bonito que he visto nunca, mi hermana tuvo el detalle de regalármelo. Mi hermana sabe bien todo lo que el mar y la vida marítima significan para mí. Esto, unido al amor tan grande que siento por ella, han hecho que se convierta en un amuleto de la suerte y nunca me lo quite para nada. De hecho, algunas veces que ha estado en contacto con lejía, nunca le ha pasado nada. Por eso, me gusta decir que mi anillo es mi mejor compañero, porque aguanta todo. Me aguanta a mi cada vez que siento la necesidad de tocarlo constantemente, porque me pongo nerviosa. Aguanta todos los golpes que mis manos sufren. También las manos ajenas que a veces lo tocan con o sin querer… No es un anillo, es parte de mi piel.