
Fundidos en oro y recuerdos.
La cadena de mi abuela, la medalla formada por una pequeña virgen fundida en oro, misma que escogió mi madre «Para que te proteja» mencionó en mi cumpleaños, tras yo haber soplado esa famosa tarta adornada con un 2 y un 0. «Siempre» aquella palabra adorna la espalda de mi medalla, colgada al cuello desde ese mismo día, esa medalla que rozo cada vez que me pongo nerviosa, cada vez necesito volver a sentir una sensación de hogar, ese añorado sentomiento de calidez. Como puede ser que un simple collar se haya convertido en mi amuleto, en una necesidad que me recuerda el apoyo que tengo allá a donde voy, el cariño que a veces me desespero en encontrar en mis peores momentos. Como puede ser que cada vez que leo esa palabra sienta que por un momento, todo puede estar bien, que por un momento, soy solo un instante en una marea de caos y pensamientos rebeldes, a bordo de un collar fundido en oro, y sumergiéndose poco a poco en un mar de recuerdos.