La música

Siempre ha sido la música. Desde que cantaba con tres años cuando mi madre me peinaba, desde que me ponía durante horas a escuchar música con mis cascos, desde que mareaba a mis profesoras de infantil con canciones de Julieta Venegas y Malú, desde que a los cinco años empecé a ir a mis primeras clases de música, desde que a los siete dije a mis padres que quería tocar la guitarra, desde que empecé a aprender cada vez más y cada vez más me fui enamorando de la música. Hasta haber encontrado en ella una vía de escape, una vía de aprendizaje, un lugar seguro en el que sentirme completamente a gusto. Siempre he sentido que la música era una parte imprescindible de mi vida. ¿El por qué? Pues no lo se. Simplemente se que me ha enseñado muchísimas cosas, y más que me va a seguir enseñando, que me ha hecho ver las cosas de otra manera, que me hace crecer en muchos aspectos. De esta manera no solo lo veo como una forma de entretenimiento, concibo la música como un camino profesional. Un camino que puede seguir direcciones muy diferentes, pero cuyo destino quiero que sea el mismo. Quiero poder transmitir toda esta pasión que hay en mí a otras personas, quiero poder ayudar con la música. Todas las horas y el esfuerzo dedicado al mundo de la música me ha enriquecido como persona y, aunque muchas veces me ha supuesto grandes sobreesfuerzos y sufrimientos, nunca se me ha pasado por la cabeza dejar mis estudios musicales ni privarme de la cabida que tiene la música en mi mundo. Por todas estas razones y por el lugar que ocupa en mi vida, la música es mi patrimonio personal.