Pokemon

Esta carta de juego me la regaló un niño, al que hace unos años cuidé (pienso en cómo ahora ya no debe ser un niño). Me entra la nostalgia, nostalgia por aquellos días en los que era más libre, y mi única obligación era cuidar a los niños de esta casa. Pokemon fue como primero hicimos click este niño y yo. Lo cual me regresa a un tiempo todavía más lejano. El tiempo en que yo era una niña, que empezó a ver pokemon y se entusiasmó muchísimo con el programa. Era sentarse a ver la tele a una hora exacta todos los días, esperandoel nuevo capítulo…. También pasaron muchos días y noches en las que no me alcanzaba el día para jugar, en un emulador que conseguí para mi computadora. Las cosas eran más simples entonces. Los pokemones mis amigos, y con mis otros amigos, los niños con quienes iba a la escuela, teníamos siempre cosas emocionantes que discutir, del programa o del juego, o ambos. Pokemon generó lazos en mi, y relacionarme de una manera distinta con los niños de mi edad; y años después con un niño pequeño al que le causaba tremenda alegría que yo quisiera ver el programa con él, que conocía a los personajes y de qué trataba. Yo, claro, pretendí tener un interés mucho más grande del que realmente me despertaba, pero su carita de ilusión valía la pena. Y todo este cariño, de un niño que fue mi amigo, lo recoge esta carta, carta que él mismo me regaló un par de años después, cuando fui a visitarlo después de no verlo por mucho tiempo. Y él todavía es fan de pokemon, así que retomamos como si nos hubieramos visto ayer. Él me mostró toda su colección. Y yo mencioné que a mi me gustaban los pokemones de este tipo, así que el fue, buscó una bolsita para proteger la carta y me la regaló. Él quizá, muy probablemente, no se dio cuenta de que su gesto quedó en mi. Y que aún lo tengo. Carta exibida en el librero, siempre ahí para recordarme que el ser humano puede ser bueno.