Un Salto
La satisfacción de jugar al baloncesto me llegó por primera vez al jugar un partido en el que ni siquiera iba a estar convocado, al final, no sé si fue por el destino o la suerte, pero un compañero mío se lesionó y me tocó salir. Llevaba 8 años jugando y nunca lo había hecho con ganas, iba por costumbre, no me lo pasaba bien, ni mal, pero no era algo tan importante para mi. En ese partido sentía que no me cansaba, tiraba, defendía, cogía rebotes…. Nunca suelo achacar mis buenos momentos a objetos ni he sido una persona supersticiosa pero con estas zapatillas lo soy, no se si fue gracias a ellas, pero desde ese día me han acompañado y me metieron en el mundo de este deporte, disfrutando de cada partido jugado y visto, de cada balón tirado y de cada balón robado.