Ana M.

Es muy difícil describir la palabra “Patrimonio” con exactitud. Pero si me preguntan por cual es mi patrimonio tengo clarísimo que es Menorca. Menorca es una isla que visité hace un año y de la cual me quedé enamorada, es un lugar que invita a perderse y a querer quedarse para siempre. Con esas calas de agua cristalina y la belleza natural que las rodea. Todas las playas tienen su encanto, cuando estoy allí estoy como en un paraíso. Dejando a un lado las playas y la naturaleza, el casco histórico tiene un gran encanto, el puerto por la noche con mil y una luces frente a la oscuridad, puestecitos artesanales y una buena terraza para sentarme tranquilamente a disfrutar de una rica caldereta y recordar un montón de recuerdos vividos.
Lugar de retiro, o turístico, no sé… pero para mi es patrimonio, lo sé porque volvería una y otra vez, porque es mi sitio especial y eso nunca va a cambiar. Porque a veces no solo es el lugar, es la cantidad de recuerdos que vives en él y las personas con quienes los has vivido.

Cris N.

Bueno, por dónde empezar , este es mi objeto elegido , siendo sincera no es lo que más me representa , pero si de las cosas que yo tengo , es una de las más especiales y valiosas .
A simple vista parece un llavero común , incluso los habrá más bonitos , pero es único , está echo de hueso , a mano , con un grabado con mi nombre , pero eso no es lo que lo hace más valioso, si no la persona que lo hizo , mi tío, una persona imprescindible en mi vida que por desgracia ya no está , y que son cosas como estas las que me hacen recordar que nos dejan pedazos de ellos , que siempre nos alegrarán al mirarlos.
Me acuerdo, y mientras escribo esto sin querer sonrío , la Navidad de hace 6 años , en la que me lo regaló , después de haber terminado de cenar , yo estaba como siempre sentada en una esquina de la mesa , no muy alegre más bien aburrida cuando me silbó, con el jaleo que hay en el comedor de toda la familia hablando nadie le oyó , pero yo si , porque ese era su silbido , característico de él , le mire y me dijo gesticulando “ven, acércate” , yo sin pensármelo fui , me cojió la mano y en ella ese “algo” que me había dado envolviéndolo con mi puño , me dijo muy bajito , “lo echo para ti , guárdalo , yo tengo uno igual con mi nombre , así tenemos algo de tío a sobrina “, lo mire y me lo guarde con mucha alegría y ese simple llavero que veis todos , para mí a sido el mejor regalo de Navidad hasta el momento , no solo ya por lo precioso que es para mí , si no por todo lo que significa , ya que por desgracia él ya no está , lo hace aún más especial.

Gabriel F.

Esmeralda. Puro. Helecho. Hierba. Olivo. Oscuro. Todos ellos diferentes tonos de verde. Todos ellos presentes en las laderas del Montsacro, en las que nací, me crié y viví durante diecisete años.
La clave de su misterioso nombre se halla en su cima, donde se erigen dos capillas prerrománicas de origen templario, guardianas otrora de las reliquias del Arca Santa trasladadas bajo el poder de Alfonso II El Casto a la Catedral de Oviedo. En sus laderas, tres serpenteantes caminos esquivan hórreos repletos de maíz y patatas para llegar a lo alto.
Cada 25 de julio, en honor al apóstol Santiago, todo el pueblo, ancianos y niños incluidos, a pie o a caballo, emprende el camino hacia la cima al ritmo que marcan las gaitas. Arriba, como recompensa, les esperan la sidra, las fabes con compangu y si por alguna casualidad el día está despejado, unas impresionantes vistas que llegan hasta las olas del Cantábrico.
Lejos quedaron ya para mí esas ascensiones a la montaña. Y las tardes lluviosas. Y las excursiones al mar los domingos. Pero esa lejanía es meramente física porque siempre llevaré Asturias en mi corazón. Por ser mi tierra, la tierrina.

Javi M.

Este es mi pequeño patrimonio, esta maqueta me ha acompañado en mi tiempo desde bien pequeñito. Gracias a ella hoy en día siento esa gran pasión por las motos. En esta etapa de mi vida, ella se encuentra en una estantería y cada vez que la veo me recuerda que ahora disfruto las motos conduciendolas y no jugando con las manos.
Septiembre 2017.

Águeda P.

Mi patrimonio son los libros de Harry Potter.

Nunca me había gustado leer. Odiaba que los regalos de reyes o cumpleaños fuesen libros. Mi hermana siempre me recomendaba un montón, todos los libros que ella se había leído y le habían encantado,pero nunca me atrajo la idea. Hasta que un día, o por curiosidad o porque me dejase en paz, decidí leer Harry Potter y la piedra filosofal. Me encantó y desde entonces me los he leído una y otra vez, junto a otros libros que me han ido enganchado más y más a la lectura. Así que por eso es importante para mi, porque gracias a ese libro descubrí una de las cosas que más me gustan.

María A.

Mi patrimonio no es ningún objeto, ni siquiera un deporte; es una pequeña bolita de pelo llena de amor.
Podria elegir mil cosas diferentes como mi patrimonio personal, pero he decidido elegir a mi gato. A veces lo que te puede llenar el corazón un pequeño animalito no lo llena nada más, ni las cosas materiales, y ya no es que te llene, es lo que te hace sentir hacia él, el cariño que él transmite hacia ti y el que tú, sin pensártelo dos veces, le acabas transmitiendo a él. A mí siempre me han gustado mucho los animales, y más todavía por lo bien y feliz que estoy cuando les tengo cerca, por no decir que cuando te ven mal son los primeros en darse cuenta e intentan darte apoyo y amor a su manera. Siempre están ahí, contigo, siendo leales. Porque su amor hacia ti siempre será incondicional.

Cris D.

Aparentemente, esto no transmite nada, ni siquiera sabrás lo que es, pero a mi me llena y es de mis patrimonios más grandes. Mi pueblo. Para empezar por algo y aclarar ideas, diré que la imagen es lo más figurativo que hay allí cuando piensas en el.
He elegido esto porque se lleva parte de mis recuerdos. Llevo viniendo aquí desde que nací; mi abuela siempre nos acogía con los brazos abiertos y nos daba un trozo del bizcocho que acababa de hacer. Es un pueblo bastante pequeño, y no tiene nada, prácticamente es todo piedra, pero aún me encanta escaparme cada vez que puedo y perderme por sus pequeñas calles. Estoy enamorada de este gran rincón de mi vida. He conocido personas increíbles que cada verano vuelvo a ver llenas de ilusión y cosas que contar, puedo estar hablando horas y horas hasta las tantas, sin cobertura, ni wifi. Me encanta todo, y me llena cada vez que pienso en el; las noches de estrellas fugaces, las verbenas interminables, las filas de bicis ocupando toda la calle, los paseos por la noche, gente que ves una vez al año… Parte de mis momentos se quedan aquí y estoy segura de que son los mejores. Vivan los pueblos pequeños.

Cynthia A.

Al principio, cuando me mandaron este trabajo, no sabía muy bien de que hablar, porque no tengo muchas cosas relativamente importantes, hasta que me di cuenta de lo especial que es mi perro para mi, Duart, llegaste a mi casa llenando nuestros corazones de alegría y amor, haces que un día malo sea menos malo, nos das tu cariño sin pedir nada a cambio, no conozco a ninguna persona tan leal y fiel como tú, espero seguir llegando a casa y ver como se ilumina tu mirada por mucho más tiempo, decidir tener una mascota es algo complejo, por la responsabilidad que conlleva, pero acogerte es la mejor decisión que he podido tomar, luche y luche para tenerte, ya que a mi madre la daban miedo los perros, gracias a ti, ha superado su miedo, hace tres años que estas con nosotros, ojalá pudieras leer esto y ver lo orgullosa que estoy de ti, mi eterno niño, no te vayas nunca.

Alejandro G.

Cada persona puede interpretar el patrimonio de la forma en que quiera, tras un largo rato eligiendo la foto, me decanté por esta, porque yo creo que refleja lo que para mi es patrimonio en mi vida “el fútbol” mi deporte favorito ese deporte que llevo practicando desde que me lo inculcó mi padre con tan sólo 3 añitos, ese que me ha dado tantas alegrías al igual que tristezas pero que siempre me hace sentir mejor y consigue sacarme una sonrisa, y aunque mi padre hoy no esté conmigo para disfrutar de él, se que estará orgulloso viéndome jugar allá donde esté

Fabiola M.

Para mi la palabra Patrimonio es la Virgen de los Dolores de la Iglesia Penitencial de la Santa Vera Cruz. Es una imagen de Gregorio Fernández y representa el dolor, la angustia, la tristeza de la virgen simplemente con su rostro y sus brazos abiertos.

Es una talla que por sí sola es Patrimonio porque nos promueve un sentimiento con tan solo admirarla, y yo como cofrade y manola de la Vera Cruz estoy muy orgullosa de tenerla conmigo y pertenecer año tras año a esta cofradía.

Septiembre 2017

Andrea L.

¿Qué que es mi patrimonio? Desde un plano de París hasta la entrada del viernes del cine. Por eso considero mi patrimonio a esta caja negra, camuflada entre millones de recuerdos, que por fuera parece no llamar la atención y no tener nada interesante dentro de ella, pero que en realidad esta llena de momentos.

Conservo todas estas cosas que para otra persona podrían parecer una tontería, algo que carece de un valor, pero que para mí, todas y cada una de ellas me cuentan una historia, me recuerdan a un momento especial o me llevan a otro lugar. Poco a poco, esta se ha ido llenando y he tenido que ir usando otras cajas, pero esto significa que cada vez tengo más momentos especiales que guardar, así que espero que a lo largo de mi vida pueda llenar el mayor número de cajas posibles.

Erika V

El arte de la paz. ¿Qué puede sentir como patrimonio una niña pequeña, de apenas seis años y asustada de la vida, más concretamente de sus compañeros de clase? Cuando entré no sabía casi ni pronunciarlo, pero desde entonces he tenido claro que por encima de cualquier objeto, persona, o aspecto de mi vida o incluso de mi misma, el aikido era mi salvación. Arte, aquello de lo que sueño vivir. Paz, eso que nunca encontré (fuera de un tatami, claro). Autosuperación, valentía, disciplina, familia… Valores y principios indescriptibles. Once años llevo considerando el Aikido como mi mayor patrimonio. Y espero, en un futuro no tan lejano, poder decir que mi clase, mis niños a cargo, lo son.

Fotos

Mi patrimonio más preciado es el álbum que creé con todas las fotos a lo largo de mi vida, las más importantes. Ahí quedan retratadas todos los momentos vividos desde mi infancia. Desde el nacimiento de mi hermano, mis disfraces, el paso por primaria y sus amigos, los cumpleaños de mis abuelos, mi graduación, los viajes inesperados y los que llevaba soñando hacer desde mucho. Describe mi pasión por la fotografía y llevan un poco de mi.

Lorena

Uno de mis patrimonios mas valioso son mis cromos de fútbol, empezó mi abuelo a coleccionarlos, le siguió mi padre, mi hermano y continué yo.

Es importante para mí porque representa toda mi historia futbolística desde que tenía 7 años hasta ahora. Cuando empecé a jugar al fútbol quería tener todos y cada uno de los cromos de esa temporada porque intercambiaba los cromos que tenía “repes” con los que mis compañeros no tenían y así completaba álbumes. Cada temporada ha ido cambiando y cada cromo evolucionando, pero cada año era único.

Son muchos recuerdos los que tengo al ver los cromos, y espero guardarlos hasta dárselos a mis hijos y que sigan con este bonito patrimonio.

Mi carrusel parisino

El objeto al que más valor le tengo es un antiguo carrusel de juguete. Lo compraron mis padres cuando yo aún no había nacido, en un mercadillo de antigüedades de París. Al nacer, me lo entregaron con mucha ilusión, aunque aún era muy pequeño para jugar con él. Me cuentan que me quedaba embobado al verlo moverse y al oír su música sonar me quedaba dormido.

Se trata de un juguete sin mucho valor económico, roto por algunas partes, ya no suena su música ni se mueve, pero le tengo un gran cariño. Significa mucho para mí, ya que lo compraron mis padres pensando en mí, aunque aún no había nacido.

Hace unos años, durante una mudanza, casi lo tira mi madre sin darse cuenta. Me puse muy nervioso al pensar que nunca más podría verlo. Pero todo quedó en una anécdota.

Lo tengo colocado en una estantería de mi habitación y siempre que paso cerca de él, me quedo mirándolo embobado, igual que sucedía cuando era pequeño.

Jéssica

Este reloj de bolsillo era de mi tío-abuelo.

Cuando murió mi abuelo , que era como un padre para mí, fue un gran apoyo.

Cuando mi tío-abuelo murió, mi tía-abuela me lo dio y me dijo “le ha mirado tantas veces para ir al colegio a llevarte el almuerzo que es más tuyo que de nadie”.

La pérdida de mi abuelo y mi tío-abuelo fueron dos duros golpes en mi vida. Me quedo con todos momentos que me dieron, su humildad, su desapego a las cosas materiales, sus bromas, su positivismo, su simpleza y sus ganas de vivir.

Alba

La historia de mi caja de recuerdos, es un objeto material, que me compré en mi viaje de fin de curso de 4º de Eso, donde asistía a Portugal con todos mis mejores amigos desde primaria, el cual sin duda hasta el momento es uno de los mejores viajes de mi vida. Es una caja que tiene ilustraciones de mi película favorita, “Desayuno con diamantes”. No tardé ni un segundo en decidirme comprarla, ya que juntaría importantes cosas de mi vida, como lo son mis amigos, viajar, el cine y los recuerdos que a partir de ese día guardo ahí. Por desgracia, cada vez quiero meter más y más cosas, pero la caja no es muy grande, por tanto hay muchas cosas que las tengo que guardar en otros lugares. En esta caja tengo todo tipo de cosas, desde fotografías con la gente que me rodea, hasta incluso tickets o entradas de cine y de conciertos. Muchas de estas cosas, son insignificantes para muchos, pero para mí es una vuelta a esos buenos momentos que he pasado ya sea en el cine, o en la playa. Cada vez que veo esa caja sobre mi escritorio, es increíble como algo tan simple como una caja puede transmitir tantas buenas vibraciones

Alba

Sin lugar a dudas, los pendientes de mi abuela son mi patrimonio personal. De las dos abuelas, es a la única que he conocido (abuela por parte de madre), junto a mi abuelo (por parte de padre). Ella es una persona muy importante para mí, puesto que soy su única nieta y eso hace que nuestra amistad sea tan increíble. Mi abuela ha vivido siempre en Lantadilla (Palencia) y yo en Espinosa de Villagonzalo (Palencia), dos pueblos a 20 km el uno del otro. Desde que yo era pequeña pasaba todos los veranos en su casa, pues allí es donde tengo a todo mi grupo de amigos, y lo sigo haciendo en la medida de lo posible, porque ahora el trabajo no me permite estar allí todo el verano. Mi abuela siempre ha sido muy “presumidilla” y aunque no ve ni oye muy bien, nunca se ha querido poner audífono y gafas porque decía que se veía y que no la gustaba que la viesen con gafas y audífono. Ya puestos en situación, comenzamos con la historia de los pendientes. Desde pequeña he sido un poco picona y traviesilla y cada vez que iba a casa de mi abuela la decía “Abuela, tienes que ponerte gafas y audífono que no oyes ni ves muy bien” y como ella eran tan chulilla nunca me hacía caso, es más, se solía enfadar y yo la seguía picando y alguna vez me decía que no volviese más a su casa, pero en cuanto me marchaba ya me llamaba para preguntarme cuando volvía a ir. Y diréis… ¿Qué tienen que ver aquí los pendientes? Pues mucho. Cuando salimos a la calle, aunque fuese a por el pescado o a sentarse al banco con las vecinas no podía salir de casa sin sus pendientes de oro, como ella dice. Y yo siempre la decía “los pendientes nunca se te olvidarán, pero las gafas y el audífono ni te acuerdas…” y ya se enfadaba. Era amor de abuela presumida y nieta. Ahora mi abuela ya va a hacer 93 años y ya no sale mucho de casa, además no está muy bien cognitivamente, pero sigue acordándose de sus pendientes. Un día, no hace mucho tiempo, me dijo “Alba, vete a por los pendientes de oro”. Fui a por ellos y me dijo que me los quedase que ella ya no se los podía poner y que la habían costado mucho dinero, que me los quedase yo. Cada vez que los miro me acuerdo de los buenos momentos que pasábamos “discutiendo” y gracias a ese recuerdo, cuando ella no esté la tendré presente.

Toallas de ganchillo

Uno de mis patrimonios personales más valiosos son estas toallas que me regalo mi abuela (por parte de padre) para mi cumpleaños. Al ver las toallas en sí parece que no tiene ningún valor especial, pero ella fue quien realizó los bordes de la toalla a través del ganchillo. Tengo una grandísimo aprecio a estas toallas porque cuando mi abuela me entregó este regalo, yo era pequeña y tendría unos 11 u 12 años, y es una de las conversaciones con ella, que más recuerdo y que más me marcaron en mi infancia, ya que estas toallas eran un regalo para mi cumpleaños, pero mi abuela no me las regaló el día de mi cumpleaños, sino que me las dio unos cuantos meses antes, incluso antes del verano ya que mi cumple es en octubre.


Ese día en que me dio el regalo, lo recuerdo como si todavía fuese hoy. Fui a la casa de mi abuela y justo nada más entrar, ella me dijo que tenía un regalo para mí, para mi cumpleaños, y que para ella era un regalo muy importante porque se lo había dado a todas sus nietas mayores (mis primas más mayores) y me dijo que no podría utilizarlas hasta que no me independizase con mi pareja, yo la abrí y vi que eran unas toallas, claro al principio las vi como un objeto más, pero aun así haría caso a su promesa de no usarlas. Yo tan inocente al ver el regalo y escucharla que era para mí cumple, la dije: ¡pero abuela que todavía no es mi cumple, queda mucho!, y ella me dijo que ya lo sabía pero que igual ese día tan importante para mí, no podría estar a mi lado y al decirme eso se puso a llorar, en ese momento en que vi caer sus lágrimas, me di cuenta de que algo la pasaba, por algo me decía eso y que mi abuela sabía que ella se encontraba mal, que estaba enferma y que no la quedaba mucho tiempo y no llegaría al día de mi cumpleaños, yo no tenía ni idea de eso, pero cuando vi esa mirada de tristeza mezclada con amor, ilusión y cariño, reaccioné y me puse a llorar preguntándola como cualquier niña inocente, que porque no iba a estar el día de mi cumpleaños, y ella llorando me lo dijo muy claro, por lo que me puse a llorar aún más abrazándola y pidiéndola que por favor no se fuera que la quería y que la necesitaba a mi lado.

Ese día está marcado en mi corazón y ese año cuando llegó el día de mi cumpleaños, ella tenía razón, ya no estaba pero el mejor regalo seguía siendo estas toallas que os muestro en la foto.


Desde ese día, dichas toallas ya no eran un objeto más como las vi nada más abrir el regalo, sino que eran y son el objeto más preciado que tengo, de lo poco que tengo de mi abuela, para mi tienen un gran valor sentimental y no las utilizaré hasta que no me independice como mi abuela me dijo, cumpliré esa promesa que hicimos ese día.

Cartera

Todos tenemos muchas cosas que recordar, entre ellas están algunos de nuestros bienes materiales, a los que de una forma u otra, nos sentimos unidos, objetos que tienen importancia para nosotros más allá de su valor económico.
Entre mis pertenencias, entre la parte de mi patrimonio que puede incluir en el grupo delimitado en el primer párrafo, he decidido incluir en este texto, uno de los elementos que uso en el día a día, un elemento sencillo que todo el mundo tiene… mi cartera.
Este objeto tan sencillo, y a la vez tan útil y tan utilizado por todos tiene un especial valor sentimental para mí.
Corría el año 2012, bueno, siendo sincero, si hago un pequeño guiño cómico, no corría aún mucho, pues esto ocurrió el día de reyes. Mis padres, mi hermano y yo fuimos a Olmedo a casa de mis abuelos a comer. Ahí nos esperaba mi abuelo, como cada día de reyes, con la propina y algún pequeño detalle. A mí me regalo la cartera que se ve en la imagen, y que es la que utilizo actualmente.

Para un chico que por aquel entonces tenía 14 años, una cartera que para nada tiene aspecto juvenil, y además acostumbrado a llevar una cartera de un equipo de fútbol. Mi abuelo, al darme la cartera, me dijo que sabía que no era muy juvenil, pero que él la tenía guardada sin usarla, y que quería que algún día en el futuro la usara.
Yo imaginé siempre ese futuro muy lejano, sin embargo, ese año, a finales de marzo, mi abuelo falleció, y yo recordé lo que me había pedido. Entonces decidí que ese futuro había llegado, y saqué mis cosas de la cartera que entonces usaba para pasarlas a esta.
No la he dejado de usar, y es que esta cartera supone el último regalo que recibí de mi abuelo, un objeto, que sin valor económico, adquirió entonces un fuerte valor sentimental.
También tomé una decisión respecto al futuro de este objeto, pues aunque podría recrear la típica escena de cualquier película y regalársela a mi nieto, si es que algún día tengo, soy consciente de que su poco valor material va de la mano a una baja calidad del material del que está hecha, valga la redundancia. Por ello, es que tengo decidido que cuando la cartera se deteriore, la cambiaré por otra, para evitar que se acabe rompiendo y poder así conservarla, aunque sea sin darle el uso para el que está fabricada.

personasypatrimoniosPara un chico que por aquel entonces tenía 14 años, una cartera que para nada tiene aspecto juvenil, y además acostumbrado a llevar una cartera de un equipo de fútbol. Mi abuelo, al darme la cartera, me dijo que sabía que no era muy juvenil, pero que él la tenía guardada sin usarla, y que quería que algún día en el futuro la usara.
Yo imaginé siempre ese futuro muy lejano, sin embargo, ese año, a finales de marzo, mi abuelo falleció, y yo recordé lo que me había pedido. Entonces decidí que ese futuro había llegado, y saqué mis cosas de la cartera que entonces usaba para pasarlas a esta.
No la he dejado de usar, y es que esta cartera supone el último regalo que recibí de mi abuelo, un objeto, que sin valor económico, adquirió entonces un fuerte valor sentimental.
También tomé una decisión respecto al futuro de este objeto, pues aunque podría recrear la típica escena de cualquier película y regalársela a mi nieto, si es que algún día tengo, soy consciente de que su poco valor material va de la mano a una baja calidad del material del que está hecha, valga la redundancia. Por ello, es que tengo decidido que cuando la cartera se deteriore, la cambiaré por otra, para evitar que se acabe rompiendo y poder así conservarla, aunque sea sin darle el uso para el que está fabricada.

Asun

Os he traído aquí a Petra, no solo es una muñeca de trapo, es algo mucho más grande. Es fruto de la tradición de la generación de mi abuela y que quiso mantener con su nieta. Cuando ella era niña, no era fácil tener muñecas como las que encontramos en la actualidad. En la mayor parte de los casos, las madres cosían artesanalmente muñecas para que jugaran sus hijas.
Mi abuela, una persona muy mayor y enferma de artrosis, que quiso, a pesar de sus dolencias y limitaciones para la costura, que tuviera una muñeca como aquellas con las que jugaba en su infancia. Con mucho trabajo y esfuerzo fue preparando y cosiendo cada una de sus partes, hasta transformar todas estas telas en Petra, algo más que una muñeca para mí; ya que a pesar de que mi abuela ya no está conmigo, la muñeca me recuerda la fuerza que tenía para seguir adelante a pesar de las dificultades y del cariño que puso en mí. Por ello, esta muñeca tiene un valor incalculable y es mi patrimonio personal

Andrés

Esta carpeta lleva acompañándome desde 2º de ESO (desde que tenía 14 años). Fue un regalo de mi madre. Además, es de color azul, mi color favorito.
Es importante para mí porque representa toda mi historia académica desde entonces. Cada archivador ha ido cambiando de nombre multitud de veces, desde aquellas Ciencias sociales o Educación para la ciudadanía de 2º de ESO, pasando por Operaciones básicas de laboratorio I (de mi paso por el grado en Química) hasta la actual Educación física escolar o Desarrollo curricular de las ciencias experimentales (grado en Educación Primaria)
Son muchos recuerdos los que tengo al ver esta carpeta, y espero que me acompañe hasta que termine mi carrera y sea maestro de educación primaria

Reloj de cuco

La historia de mi patrimonio comienza a mediados de los años 60 cuando mis abuelos maternos junto a mi tío y mi madre, que era muy pequeña, emigraron a Alemania como tantos españoles por esa época. Se mudaron a un pequeño pueblo llamado Triberg, cerca de la Selva Negra. Mi abuelo era relojero y trabajó durante 35 años en una fábrica artesanal de relojes de cuco, típicos de la zona de la selva Negra. Cuando se jubiló, sus compañeros de trabajo le regalaron este reloj tallado a mano y hecho artesanalmente, uno de los tantos que hacían todos los días en la fábrica.
Cuando yo tenía 6 años, mis abuelos regresaron a España, se construyeron una casa en su pueblo y colocaron el reloj, que tantos recuerdos les traía en el salón. Siempre que iba a aquella casa me quedaba mirando horas y horas al reloj con el movimiento y el sonido que producía al dar las horas.
Hoy en día todavía sigue funcionando como el primer día y cada vez que voy a la casa de mis abuelos y escucho ese sonido me recuerda los largos veranos que pasaba en esa casa».

Anónimo

El patrimonio personal que he querido compartir, es una estantería con muñecas de diversos países, que he ido coleccionando desde que tenía 6 años. La primera que tuve fue una de Vietnam que me trajo mi tía, y desde ese momento cada vez que bien yo, bien uno de mis familiares viaja, les pido una muñeca típica del país al que van, y así, hasta hoy. Para mí esta estantería tiene mucho valor, ya que me encanta viajar, introducirme en la cultura del país al que voy, descubrir el idioma, comidas, tradiciones… y cada una de estas muñecas, aunque no haya traído yo todas como he mencionado antes, me evoca esos países, cada una tiene un olor, especialmente una de cuba, y si cierras los ojos y la hueles, puedes volver a ese país, o ir a él si no has estado. Son diferentes olores, a especias, cuero, algún tipo de tela…pero nunca huelen a las que puedes comprar en cualquier tienda con ese peculiar olor a plástico, estas son diferentes. La historia de cada una es también muy diversa, por ejemplo, de Marruecos hay un camello y una muñeca, los compré hace 3 años cuando viajé a ese fantástico país. Estábamos haciendo un viaje por el Sáhara, y de repente llegamos a un pueblo en medio de la nada. Fuimos a un bar, y al ver el coche una gran multitud de niños vinieron a él. Todos traían unos muñequitos hechos con hojas de palmera (En la imagen adjuntada, hay uno), que nos regalaron, y nosotros les dimos camisetas, material escolar, y algún juguete que llevábamos. (continúa)

Fue un momento único, y antes de irnos apareció una niña de unos 10 años con su hermana pequeña en la espalda, vendían ese camello y muñeca que antes he mencionado, se los compramos y fue un momento muy especial también, ya que según pudimos enterarnos, hacía mucho tiempo que no pasaba ningún turista, y por lo tanto mucho tiempo que no podía vender nada, y se puso muy contenta. Una última historia que quiero remarcar, es un osito de peluche de Nueva York. Ese fue mi primer gran viaje, a los 13 años. Lo hice con mi tía, mi hermana y unos amigos. Un día que llovía mucho en el famoso barrio de Harlem, salimos de una iglesia de góspel donde vivimos una experiencia inolvidable gracias a los cánticos llenos de fe y vida que realizaban los feligreses, a unos pasos de la iglesia, había una pequeña tienda donde vendían vestidos, material escolar… el escaparate estaba abarrotado, pero mi vista fue directa a este osito vestido de bombero, según pone en su caja, en memoria a los bomberos que fallecieron en el 11-S. Entramos en la tienda, y como era domingo, la familia que llevaba la tienda estaba cantando también al igual que las personas en las iglesias, lo que fue otra experiencia excepcional, por lo que ese osito tiene también una bonita historia para contar.
Como conclusión, cabe decir que esta estantería es sin duda el objeto que más valor tiene en mi vida por la carga sentimental que acompaña a cada muñeca, por cada historia que hay detrás de ella, y por cada deseo de ir al país del que proceden que aún no he visitado.

Manuel R.

La Memoria de la Tierra (MEDELTIA) nace con la filosofía de recuperar la memoria perdida y hacerla próxima a nuestros jóvenes.
El cambio fundamental que se produjo en la relación del hombre con la naturaleza a inicios del Holoceno trajo consigo el apego de la humanidad a la tierra. Este proceso que llamamos Neolítico, supuso el inicio de la vida moderna que ha estado vigente tanto tiempo hasta que la globalización, las nuevas tecnologías y el éxodo rural extremo ha hecho palidecer ese contacto directo con nuestra Madre Tierra.
Nunca hemos sabido tanto de la tierra como ahora, nunca hemos disfrutado tanto de la belleza de nuestro planeta como ahora y conocido sus recursos naturales y medioambientales, pero nunca hemos estado más alejados que ahora de la vivencia directa de lo que significa estar atados y unidos a la tierra. Nuestro conocimiento es virtual, “transgénico”, aparente… casi siempre imaginario…
Como docentes del pasado, tenemos el compromiso de velar porque la memoria del hombre no se apague y desaparezca y estamos convencidos que el conocimiento experiencial es el más apropiado para sentir la fuerza que nos une a Amalur. Experimentar con el trabajo de la tierra, la piedra, la arcilla, el agua, el fuego, la madera… ha unido a nuestros alumnos con el pasado… ese es el mayor legado de MEDELTIA.
MANUEL ROJO GUERRA. Director del Proyecto MEDELTIA

Mica

Al principio cuando nos pidieron que subiéramos una foto , no tenía muy claro que subir y como. Hasta que caí en la cuenta de que simplemente debía subir aquello que me hiciera ser yo misma por lo que acabe decidiéndome por el atletismo pero ahora venía lo más difícil ¿como explicas con una foto algo tan importante? Después de mucho pensar y pensar me decidí por esta foto que creo que explica muy bien lo que quiero trasmitir.

Que el atletismo es una gran parte de mi vida… Por los buenos ratos que pasamos sufriendo, por las risas , las palabras de ánimo , nuestras fiestas, cumpleaños y viajes … Por todo y por nada.

Eva

Si tuviera que salvar solamente un objeto material, si duda serian mis álbumes. En mi opinión todas las personas tenemos dos formas de mantener nuestros recuerdos: A través de la memoria y a través de las fotografías. La memoria en ocasiones puede jugarnos malas pasadas pero las fotografias inmortalizan esos momentos de los cuales no queremos olvidarnos, y a partir de ellas surgen nuevos recuerdos que en ocasiones parecen estar casi olvidados.
A través de las fotografías tengo la posibilidad de volver a ver y acercarme a personas que ya no se encuentran aquí. Mientras las miró, me da la impresión de que puedo hacer retroceder el tiempo y volver a revivir esos momentos durante unos minutos, aunque sea en mi imaginación.
Sin recuerdos las personas no somos nada, y para mi ésta es la mejor manera de mantenerlos y conservarlos vivos.
Noviembre 2016

Natalia

Para alguien puede resultar una simple colección de botes, pero, para que esto fuese posible, ha participado gran parte de mi familia durante años. A cada ciudad que vamos, esto es lo que busco, esto es lo que me ayudan a buscar. Han colaborado conmigo, ya que, si no hubiera sido por ellos, no hubiera tenido la posibilidad de conseguirlos.
Febrero 2016

Yolanda

Para mí el patrimonio son aquellas cosas que nos definen, por eso he elegido el cuaderno de dibujos de mi hija cuando era pequeña.

Tenerla a ella nos hizo configurarnos como familia y este libro, es para mí, un símbolo de esa nueva identidad, como familia y como madre.

Mickey Mouse esquiador

Esto no es solo un pin de un Mickey Mouse esquiador, obtuve muchos iguales, sino que es los recuerdos que alberga.

Todos los años en Navidad, mi familia y yo nos íbamos una semana a celebrar las navidades juntos lejos de casa, en un lugar perdido en las montañas, rodeados de nieve y naturaleza. Nos levantábamos muy pronto por la mañana y hacíamos un gran desayuno, preparábamos unos bocatas enormes y nos preparábamos para una larga jornada de esquí. Una de las pistas esquiables era la de Mickey Mouse.

Era una pista infantil en la que había un recorrido entre árboles, un caminito estrecho, una zona muy empinada donde cogíamos mucha velocidad y algún que otro pequeño salto. Además, estaba decorada con figuras disney y al final había un arco que cruzábamos para reencontrarnos con nuestros padres. Al terminar la jornada el día de Nochebuena íbamos al centro del pueblo en el que nos alojábamos y cenábamos muy pronto en un restaurante francés para celebrarlo. Los demás días, cenábamos en casa y jugábamos a las cartas, al monopoly o al risk.

Este pin trae recuerdos muy entrañables que sacan una sonrisa amarga en mi rostro. Me gusta pensar en esos tiempos, cuando éramos niños y teníamos tanto tiempo para vivir experiencias juntos sin mayor preocupación.

Por Laura.