Mi historia favorita

El vínculo que tengo con este libro es mucho más fuerte del que puedo llegar a tener con cualquiera. Lo encontré una tarde, paseando con mi madre por Valladolid en una de mis librerías favoritas de segunda mano, escondido entre unas estanterías. Siempre había querido leerlo, un gran clásico como lo llaman. Por aquel entonces recuerdo que acudía bastante al hospital acompañando a mi madre en sus sesiones de quimioterapia. Siempre nos proporcionaban revistas para pasar el tiempo, pero ella me dio la idea de llevarlo conmigo y leerlo mientras esperábamos juntas a que terminaran las sesiones. Recuerdo leerlo entre risas y también algún que otro llanto en esa sala tan amplia, esa sala que se había convertido en mi segundo hogar, mientras compartía las historias con mi madre, así de ese modo era como si lo estuviéramos leyendo juntas. Ese libro nos daba vida y como si lo supiera, aguantó hasta el final. La semana que terminamos la historia, terminó su vida con ella. De alguna manera creo que llegó a nuestras vidas para darnos algo más de tiempo juntas y mi madre pudo vivir una historia más antes de partir. Ella ya no está, pero como ella me lo pidió, sigo llevándolo conmigo, porque donde esté esa historia, sé que ella estará allí conmigo.

Mi cadena de la suerte

He seleccionado este objeto ya que posee un valor sentimental muy significativo para mí. Se trata de una cadena, que mis abuelos nos regalaron a cada uno de los nietos de la familia, compuesta por una medalla de la Virgen de las Victorias y un Cristo en la cruz. A simple vista, para el resto de la gente puede parecer una simple cadena, o la identificación con una religión determinada, pero para mí, significa mucho más que eso. Cuando la llevo puesta, siento que, de alguna manera, estamos unidos y me mandan fuerzas para conseguir todo aquello que me proponga. Por otra parte, el llevar esta cadena, simboliza la unión que tenemos entre nuestros primos y abuelos, y que siempre van a estar presentes en nuestro corazón.

Sin valor

Esto que están viendo es un yen, una moneda china. Aunque aquí equivaldría a 50 céntimos, es un objeto de un gran valor para mí. Vivo la mayor parte del año lejos de mi familia y me hace acordarme de ellos en todo momento. Cada vez que me pongo a mirarlo me llegan imágenes, recuerdos y experiencias que vivimos en nuestro viaje. ¿Quién sabe? Quizás volvamos algún día.

Trofeo

Este es el primer trofeo que gané en gimnasia rítmica. Empecé ha hacer gimnasia rítmica a los cuatro año y mi gran sueño era quedar primera en un campeonato. Después de mucho tiempo de esfuerzo conseguí quedar primera en la modalidad de baile con cinta. Este trofeo me hace recordar muy buenos momentos y sobre todo que con esfuerzo, motivación, ganas y trabajo duro puedo conseguir lo que me proponga. Ver este trofeo me transmite mucha fuerza ya que me recuerda que soy capaz de hacerlo todo con esfuerzo y ganas.

Danza

Las puntas de danza para mi son la cosa más representativa de mi ser. De hecho, quien me conoces bien, sabe que danza es mi pasión desde que soy pequeña y es lo único que no ha cambiado nunca (y creo que tampoco cambiará en el futuro) en mi vida. Para mi la danza, y por esto mis puntas pueden representarlo, es una forma de expresar lo que me está pasando en un determinado momento, es lo que hago cuando estoy enfadada o triste y no quiero pensarlo, es lo que hago cuando estoy feliz y quiero divertirme, es como una amiga fiel a quien puedo confiar mis pensamientos sin tener miedo. Algunos aspectos de mi carácter, que me gustan mucho, además, son así gracias a la danza. Por ella, he encontrado personas muy importantes en mi vida que siguen a mi lado desde muchos años, así que me ha enseñado a compartir y amar; he aprendido a recibir las críticas y utilizarlas para mejorar lo que no hago bien; me ha ayudado a superar el miedo de estar al «centro de la atención» cuando tenía que hacer algunas actuaciones; me ha enseñado que para conseguir algo se necesita tiempo, paciencia y trabajo. La danza es la representación de mi persona.

CERDITO

El patrimonio personal que he escogido es este peluche rosa, Cerdito. Me encantan los peluches, dormir abrazada a ellos ya sean gigantes o pequeños. Me siento más protegida y sobre todo me siento acompañada. Cuando era pequeña dormía con mis hermanas en la misma habitación, pero yo me escondía debajo de las sábanas a conversar y jugar con mis peluches. Cerdito es el más especial, y al que más cariño tengo sin ninguna duda. Me lo regaló mi padre cuando era pequeña, una vez que tuvo que hacer un viaje de trabajo. Me preguntó que si quería algo de recuerdo de aquella ciudad, y yo, sin saber que era un «souvenir» le dije: un conejo rosa. ¿Dónde iba a encontrar mi padre un conejo rosa? Al pasar unos días llegó de viaje y me regaló ese cerdito rosa. También llegó con otros 2 peluches de animales para mis hermanas. Desde ese momento esos 3 peluches nunca faltan encima de nuestras camas. Para mí, Cerdito lleva siendo mi mejor compañero y confidente desde hace más de 15 años. Muchas veces pienso que, si me mudo, si mi casa sufre un incendio, o si entran a robar; lo primero que salvaría es a Cerdito. Parecerá una tontería, pero es increíble como un peluche, sin tener vida, sin poder hablar, solo pudiendo “escuchar”, puede dar más compañía que las personas de nuestro alrededor.

Mi estrella y mi luna

Para mí, mi patrimonio personal es este colgante, que detrás de él hay una gran parte de mí, ya que me lo regalaron mis abuelos, antes de que mi abuelo falleciese. Le llevo siempre puesto ya que para mi representa a las personas que más quiero y junto a mis padres, los que más me han querido y cuidado siempre y siento que llevándolo les tengo cerca.

Llave vieja y llavero cutre

Este es mi patrimonio: una llave vieja y un llavero cutre. Tanto la llave como el llavero tendrán unos treinta y tantos años, al igual que la casa que se abre con dicha llave. Esta casa es la casa de veraneo de mis abuelos y se encuentra en un pueblo leones llamado Quintana del Castillo, cuyo máximo atractivo turístico es un pantano de agua helada. Hace un par de años mis amigos y yo teníamos nuestros respectivos carnés de conducir nuevecitos en nuestras carteras donde, por supuesto, aparte de dicho carnet no había mucho más que un par de billetes de 10 euros y nuestros DNI, por lo que queriendo hacer algo guay y barato se me ocurrió pedirles permiso a mis abuelos para pasar unos cuantos días en su casa del pueblo. Yo sinceramente esperaba que me dieran largas o que me dijeran que no directamente, ya que no creo que a nadie le haga gracia que 8 adolescentes estén de fiesta en su casa durante 4 días seguidos. Para mi sorpresa me dijeron que sin problema por lo que yo estaba encantado, pero ellos estaban entusiasmados de que yo fuera a ir al pueblo. Unas semanas antes de ir al pueblo con mis amigos, mis abuelos y yo decidimos ir a la casa para darle una limpieza y ver cómo funcionaba todo. Desde el momento en el que me monté en el coche ya me dieron indicaciones y consejos sobre qué ruta era más corta y dónde estaban los radares, en qué pueblos tiraban mejor las cañas al menor precio y qué cosas había que ver sí o sí en Astorga (que pilla de paso). Finalmente llegamos a la casa. Hacía años que no pisaba por ahí y como suele pasar en estos casos me golpearon los recuerdos de lo bien que lo pasaba en verano en ese pueblo enano. Los siguientes días se basaron en limpiar, recoger y preparar tanto la casa como el jardín y el garaje. Todas las explicaciones e instrucciones que me daban para poner a punto la casa finalizaban con un: «así ya lo sabes para la próxima vez que vengas» que con el paso de los días evolucionó a: «hay que cuidar bien la casa para cuando vengas con tus hijos». El último día, justo antes de volver a Valladolid, mi abuela sacó la llave y el llavero de un cajón y mi abuelo me las dio y me dijo: «Estás llaves ya son tuyas para siempre, así podrás venir siempre que quieras con quien quieras. Llegará un día en el que nosotros ya no podamos venir a esta casa, pero siempre será tuya y de tu hermana». También me contó que esa llave (y otras tantas) las encargó en cuanto terminó la construcción de la casa, para poder dárselas a sus hijos cuando fueran adultos y a sus nietos. En ese momento me di cuenta de lo que había pasado estos días. Mis abuelos no me estaban ayudando a preparar la casa para pasarlo bomba con mis colegas si no que me estaban explicando cómo cuidarla para cuando ellos no estén. Mi abuelo ha estado toda su vida trabajando en la fasa y mi abuela siempre ha sido ama de casa. Con sus ahorros e invirtiendo mucho trabajo consiguieron levantar la casa del pueblo. Para ellos esa casa es un tesoro, el pueblo es su hogar y consideran que el pantano debería ser una de las 7 nuevas maravillas. Por lo que este es el patrimonio que ellos me dejan, no una llave vieja y un llavero cutre si no su mayor tesoro, el cual espero poder pasar algún día a mis hijos.

Mi collar

Sin ninguna duda este collar charro mas allá de ser un simple collar significa mucho para mi, ya que tiene mucho valor sentimental para mi porque me lo regalaron mis abuelos cuando era pequeña y lo tenemos igual todas las primas. Nunca me lo quito y lleva acompañándome muchos años y yo siento que me da suerte y protección. A mayores al ser charro, me recuerda mucho a Salamanca y a mi infancia ya que aunque he vivido en Valladolid toda mi vida la mayor parte de mi familia es charra y Salamanca forma parte de mi vida y al lugar del que vengo. Para mi este collar tiene mucho mas valor sentimental que material y no me separo nunca de el.

Propósito

Comienzo, ilusión, juego, gratitud, incertidumbre, decisiones, cambio de vida, felicidad, trabajo duro, desarrollo personal, intento, fracaso, resignación, frustración, ansiedad, tristeza, abandono, depresión, reconstrucción, resiliencia, lucha, resultados, reencuentro, éxito, nuevo comienzo.

Mi amuleto

Actualmente esta medalla es tan especial en mi vida y en mi día a día ya que la considero mi amuleto y sobre todo mi reliquia personal más preciada. Fue mi regalo más importante de mi comunión, ya que me lo regalaron mis abuelos maternos y desde entonces voy con ella a todos lados. En la parte frontal está el niño Jesús en la cuna y más arriba un reloj donde pone la hora a la que nací, a las nueve y media de la noche; por la parte trasera está escrito mi nombre y la fecha de nacimiento, **-**-20**. Esta medalla es muy sentimental ya que para mí mis abuelos son dos personas esenciales, valientes y sobre todo luchadores y llevándola conmigo siento que me acompañan a todos los sitios.

Mi hogar

Ojalá esta pulsera deshilachada pudiera mostrar todo lo que esconde. Estos cuatro colores forman la bandera de La Rioja, y para mi significan hogar. Mi abuela materna se crio en un pequeño pueblo de esta comunidad autónoma y, aunque mi familia y yo creciésemos en Valladolid, siempre nos ha transmitido su amor hacia esta tierra. Para mí, mi pueblo es hogar, es reencuentro y felicidad. Es difícil explicar la sensación que siento cuando, después de meses, vuelvo a ver a mi familia y a mis amigos allí, por eso esta pulsera deshilachada, aunque a primera vista pueda transmitir una mala sensación por su estado, siempre me acompaña en todos mis mejores y peores momentos, porque de esta forma siento que ellos lo hacen también.

MI CARPETA AZUL

Podríamos decir que de todas mis pertenencias, muchas son importantes para mí, pero siempre hay cosas especiales, de las que cuando te imaginas “si hubiera un incendio en tu casa, ¿qué te llevarías?”, son las primeras que se te vienen a la mente. En mi caso, se me vienen particularmente cuatro, pero teniendo que hablar solamente de uno, diría que el objeto más importante es mi carpeta de dibujos. Es una simple carpeta azul, bastante vieja y estropeada, que a simple vista, dan ganas de tirarla. Tengo muchas carpetas, e incluso podría comprar una nueva, pero esa es mi carpeta, mi carpeta azul. Desde pequeña me ha gustado mucho pintar y dibujar, toda la vida he sido bastante creativa, y en mi casa siempre me han alentado a serlo. En esta carpeta sin ningún tipo de valor económico, hay muchas de las cosas que he ido creando a lo largo de los años, sobre todo los más recientes. Es lógico pensar que para mí, esos dibujos van a tener valor, ya que he invertido parte de mi tiempo y esfuerzo en ellos; pero creo que lo que realmente les da importancia, es el simple hecho de que reflejan mi mayor sueño, el poder compartir en un futuro mis dibujos, cuadros, fotografías, collages y todas las cosas que hago cuando lo único que necesito es desahogarme. Compartirlo y que gente que desconozco, pueda sentir algo al verlo, me da igual si malo o bueno, pero que sienta. Hace poco, una amiga me dijo el mayor cumplido que me han hecho nunca, “Eres artísticamente perfecta”. Me quedé impresionada con mi propia reacción, porque aun sabiendo que no se acerca ni lo más mínimo a la realidad, me reconfortó el pensar que hay gente que aprecia las pequeñas cosas que hago, no solo mis dibujos de la carpeta azul, sino apreciar el concepto de “arte” y que lo vean reflejado en mí. Sinceramente, cuando me paro a pensar sobre mi sueño, pienso que es imposible llegar a hacer nada con lo que hago entre mis cuatro paredes, cuando más lo necesito. Mi carpeta azul tiene dentro muchas horas de sueños, ilusiones y deseos que ojalá algún día se cumplan.

Mi regalo más valioso

Lo que más valoro cuando una persona me hace un regalo es cuando se nota que esa persona te conoce bien y que, aunque sea un regalo sencillo, tenga un significado y algo que lo haga realmente especial. Este collar me lo regaló quien es a día de hoy mi mejor amigo y tiene una bonita historia este regalo. El collar es de la constelación del signo del zodiaco de virgo, mi signo. Siempre me ha llamado la atención el tema del horóscopo y desde que conozco a mi amigo siempre le contaba curiosidades o le leía como sería su semana según su signo. A él al principio no le interesaba el tema, pero se empezó a informar por mí hasta que nos empezó a gustar el tema a ambos aún más. Un día inesperado apareció mi amigo con este regalo, y sin el saberlo, para mí fue el regalo perfecto, porque buscó algo especial que nos unía para que yo pudiera tenerlo siempre conmigo. Junto al collar me dio una nota en la que decía: “Las estrellas nos unieron, y aunque nos separe la distancia, estaré siempre a tu lado”.

Firme sensación

Todo el mundo suele guardarse su mejores recuerdos y bienes más preciados, en este caso como en el de muchos, una pulsera puede ser algo muy personal y que nos encante llevarlo y mostrarlo. Yo me considero alguien un poco supersticioso, las propiedades con las que cuentan los minerales y las gemas, como factores de sanación o protección son algo poco conocido o aceptado, tomado como especulación, yo sí lo considero posible e interesante, y me protejo frente a malas energías con algo lleno de buenos recuerdos. Una pulsera que conecta con el corazón, que me transporta a una sensación de seguridad y amor nacida de aquel bello recuerdo.